Vitoria. Tras la tempestad que azotó el Buesa Arena el miércoles, el Caja Laboral inició ayer la preparación del choque del domingo en Sevilla con sesión doble de entrenamientos para poder pasar página y enfrentarse al Cajasol con la mente despejada. El equipo vitoriano afronta un objetivo complicado con el crucial choque frente al Khimki en el horizonte, pero ayer Fernando San Emeterio pudo al menos dejar a un lado la frustración azulgrana durante unos minutos para recibir el apoyo de los aficionados que se acercaron a la aseguradora IMQ, donde el alero cántabro recibió un homenaje por su decisiva canasta en la final liguera contra el Barcelona. Optimista por naturaleza, San Emeterio optó por la diplomacia a la hora de valorar las palabras de Dusko Ivanovic tras el encuentro, apuntando al "egoísmo" de sus pupilos a la hora de hacer frente al Asseco Prokom.
"Hubo momentos, no por mala voluntad, en los que cada uno pensó que podía arreglar el partido por su cuenta. Y nos equivocamos, porque los partidos se arreglan jugando en equipo y moviendo el balón", subrayó el jugador de la escuadra vitoriana, que dibujó un vestuario "en silencio, con todo el mundo fastidiado" tras caer frente al cuadro polaco y complicar su futuro en la competición continental. "Era un partido vital, pero hay que pensar en positivo. Tenemos tres encuentros que ganar y si salimos de esta situación podemos ser más peligrosos. Es un palo, pero estamos vivos", advirtió San Emeterio antes de firmar autógrafos a sus seguidores.
A partir de ahora, toca reflexionar sobre lo ocurrido para evitar cometer de nuevo los mismos errores en el vital duelo del próximo jueves en casa contra el Khimki de Sergio Scariolo. Una derrota dejaría al Baskonia virtualmente fuera de la Euroliga, a expensas de los resultados del resto de rivales, especialmente Partizan y Zalgiris. "Tenemos que pensar en mejorar tanto nuestro juego como nuestra actitud para poder ganar. No soy mucho de hacer cábalas, sino de trabajar por mejorar como equipo", concluyó el exterior nacido en Santander, uno de los pocos baskonistas que se salvaron en la derrota ante el Asseco Prokom.