Vitoria. Ha sufrido en sus carnes en más de una ocasión la animadversión de más de 8.000 fanáticos serbios, aunque reconoce que en su caso este hecho sólo ejercía un efecto estimulante. Su condición de ex jugador del Estrella Roja le convierte desde hace tiempo en un enemigo acérrimo para la hinchada del Partizan, de largo la más incendiaria de Europa. Pocos mejor que Igor Rakocevic, uno de los estandartes del Baskonia antes de su marcha al Efes Pilsen turco, pueden ilustrar la impactante e inolvidable experiencia que implica actuar en el infierno del Pionir. Si ya lo es de por sí para cualquier visitante, ya sea estadounidense, polaco, italiano o ruso, alguien como él que en su día lució los colores del eterno rival de los sepultureros aparece en la diana como un blanco perfecto para recibir toda clase de insultos e improperios.
El ex azulgrana, que cumple su segunda temporada en Estambul, conserva frescos en la memoria los recuerdos de sus actuaciones en uno de los grandes santuarios del Viejo Continente tras abandonar su país natal. Su discurso no deja lugar a las dudas. "Seguro que es la cancha más caliente de Europa. Siempre está llena y hay un fuerte griterío. Es un apoyo organizado a favor del Partizan que no se ve en ningún otro lugar. Toda la gente está de pie y animan sin cesar", rememora el compulsivo anotador serbio.
El miedo escénico que genera el Pionir le convierte en una pista diferente al resto. No sólo atemoriza a los jugadores rivales, sino también impone respeto a unos colegiados cuya imparcialidad suele encontrarse en tela de juicio ante la fogosidad de una grada cuyo aliento se siente muy de cerca. Cualquier decisión arbitral en un apretado epílogo, como aconteció durante la segunda jornada del pasado Top 16 ante el Barcelona con aquel polémico tiro de Mickeal que fue rebañado del aro cuando el balón ya se colaba, barre para casa. Los jóvenes jugadores locales, alentados por las masas, elevan su rendimiento por mil, mientras que los forasteros deben acreditar una notable fortaleza mental para no verse engullidos por el ambiente.
"Muchos jugadores que no han actuado allí ante el Partizan o el Estrella Roja no saben con exactitud lo que es y se sorprenden bastante la primera vez. A los que tienen experiencia y muchos partidos en sus piernas no les va a molestar mucho", reconoce Rakocevic, un hombre curtido en mil batallas y con numerosas cicatrices en el cuerpo que no se ha dejado nunca intimidar. Por el difícil trance que le tocó padecer en el ejercicio 2007-08 en la capital serbia, concretamente en el segundo partido del cruce previo a la Final Four de Madrid, pasará esta noche Nemanja Bjelica, otro ex del Estrella Roja que estará en el centro de casi todas las miradas en el Pionir.
Una figura respetada Como buen veterano, el otrora internacional serbio tiene claro que la joven promesa baskonista no debe amedrentarse bajo ningún concepto. "Lo primero de todo es ser duro mentalmente. A algunos jugadores les motiva y a otros les da miedo. En mi caso, es lo primero. Igual que sucedía en otros pabellones como el del Unicaja cuando jugaba en España, siempre tenía ganas de ir allí y estaba muy motivado. Los jugadores del Caja Laboral, por su experiencia, creo no van a tener problemas en este sentido", avanza sin tapujos en forma de consejo.
Gracias a su dilatada experiencia internacional, Rakocevic está habituado a desenvolverse en toda clase de ambientes. Durante su prolífica carrera, experimentó todo tipo de sensaciones en pistas de lo más gélidas y otras, como la que hoy visitará el Caja Laboral, donde se respira aroma a baloncesto por todos los costados. De ahí que extrajera cosas positivas de su papel en esta caldera serbia. "Yo nunca pasé miedo. Siempre trataba de evitar la confrontación con el público. Soy un profesional y, aunque me insultaban, no hacía gestos para incitarles a hacer algo contra mí. Aunque es obvio que no me quieren por haber jugado toda mi vida en el Estrella Roja, me respetan bastante", precisa.
Con un aforo limitado, el Pionir no siempre puede acoger los compromisos caseros del Partizan. Los recientes éxitos del equipo no han hecho sino incentivar el ánimo de la ferviente afición sepulturera. Especialmente en las rondas avanzadas de la Euroliga, el club se ha visto obligado a trasladar sus partidos a otra pista de Belgrado con capacidad para más de 23.000 espectadores. La desmedida demanda de entradas cuando aterrizan algunos adversarios pertenecientes a la flor y nata del baloncesto continental obliga al cambio de escenario.
En cualquier caso, Rakocevic augura que la integridad de la expedición vitoriana no correrá peligro. "Con una afición, nunca se puede generalizar. Hay gente normal y a la que le gusta el baloncesto. Otros, un grupo más pequeño, acuden nerviosos y son grandes patriotas. Estoy seguro de que no habrá ningún peligro para nadie. El Partizan no cuenta con grandes nombres, pero ha creado una gran tradición en su país. Por eso, tienen un gran apoyo", detalla el escolta serbio. En las dos últimas campañas, sólo el Panathinaikos, el Unicaja y el CSKA, en dos ocasiones, han salido vivos de esta hoguera.