Vitoria. Él mismo se había encargado de advertirlo una y otra vez. "Estoy feliz y me siento perfecto. Es hora de demostrar a la gente cuál es mi verdadero nivel", decía Lior Eliyahu antes de partir hacia Barcelona. Y vaya si lo ha demostrado. Ayer, el jugador israelí abrió las bocas de todos los aficionados baskonistas, incapaces de cerrarlas con las tremendas acciones ofensivas desplegadas por el cuatro azulgrana. Las metió de todas las formas y colores imaginables, aunque una vez más evidenció que su mano derecha está dotada con un don divino del que la mayoría de los jugadores carecen.
Sus 18 puntos en 25 minutos hablan por sí mismos, y gritan a los cuatro vientos que, de cara al futuro, es un jugador del que el Baskonia no debería prescindir, bajo pena de dejar marchar a uno de los mayores talentos del baloncesto europeo. En su debe, tres balones perdidos en los peores momentos, pero son un mal perdonable en un partido en el que supo alzar la voz cuando, de nuevo -y han sido unas cuantas veces en este play off- Mirza Teletovic no tuvo su mejor día. Pero ahí apareció Lior Eliyahu, el chico que aterrizó en la capital alavesa con timidez y tuvo que combatir una desesperante pubalgia en su primer año fuera de casa.