Vitoria. Lo de Tiago Splitter raya la ciencia ficción. No es un pívot del planeta ACB. Ayer, en la que pudo ser su última y colosal contribución a la causa baskonista antes de que emprenda su aventura americana, el brasileño quiso despedirse a lo grande. Con una actuación para enmarcar que pone el colofón a una temporada espectacular, donde se ha coronado como MVP de la fase regular y de la gran final liguera ante un Barcelona que, pese a disponer del mejor cuarteto interior del Viejo Continente, ha sido incapaz de amortiguar el poderío del cinco nacido en Joinville. Ayer sólo descansó un minuto y medio, erigiéndose en un coloso del juego interior y siendo el principal estandarte azulgrana que posibilitó la Liga más difícil de la historia. A su lado, Lior Eliyahu supuso un magnífico complemento con 18 puntos. El israelí pudo ser el hombre del partido de no haberse interpuesto unos árbitros cobardes a la hora de validar el tapón de Morris antes de la prórroga. Por su canasta final, San Emeterio también brilló.