Vitoria. O le ha mirado un tuerto, o algún fenómeno paranormal merodea sistemáticamente el Buesa Arena o se trata de una puntual racha de mala suerte. Sin embargo, esta especie de maldición que ha atacado al vestuario azulgrana puede haber llegado a su fin en breve. Sólo queda cruzar los dedos y aguardar a que, esta vez sí de una vez por todas, la diosa fortuna respete a un colectivo magullado constantemente por las lesiones y no vuelva a deparar otro contratiempo que haga revivir las peores pesadillas.

Los dos próximos compromisos en el recinto vitoriano ante el Khimki y el antiguo Pamesa pueden satisfacer el objetivo por el que todo el baskonismo lleva suspirando desde hace tiempo. Es decir, que Ivanovic tenga a su disposición la totalidad del plantel que el club configuró el pasado verano. Hasta ahora, razones de fuerza mayor lo habían impedido con el consiguiente lastre a la hora de ensamblar a todos los jugadores nuevos y ralentizar un crecimiento que, a efectos de resultados, apenas se ha dejado sentir.

De las tres piezas que todavía permanecen en la enfermería del Caja Laboral, dos tienen prácticamente asegurada su presencia este jueves ante el cuadro ruso adiestrado por Scariolo. Carl English sólo padece una gastroenteritis tras las pruebas a las que se sometió ayer, mientras que Stanko Barac se halla prácticamente restablecido de la fractura de estrés en un dedo del pie izquierdo que había amenazado con dejarle fuera de la inminente fase final de la Copa del Rey.

Más dudas despierta, en cambio, el estado de Tiago Splitter, la auténtica viga maestra que sostiene el edificio vitoriano. El pívot brasileño, al que el parte médico -contusión ósea en el tobillo izquierdo- emitido la pasada semana le tachaba para la doble cita ante rusos y valencianos, camina ya sin muletas. Un buen síntoma, aunque en su caso la duda permanecerá hasta instantes antes de que se alce pasado mañana el telón a la tercera jornada del Top 16.

Lo cierto es que el inquilino del Buesa Arena ha sabido sobreponerse a esta epidemia de bajas que, un día sí y al otro también, han hecho temblar sus cimientos. Un simple repaso al historial médico de este aciago ejercicio revela el estremecedor dato de que el equipo alavés ha sufrido la friolera de trece percances físicos. Demasiado lastre como para no notarlo pese a los brillantes resultados.

tres supervivientes Apenas tres jugadores han sido inmunes a esta terrible lacra y presumen de haber disputado los 33 partidos oficiales entre ACB y Euroliga que lleva el Baskonia entre pecho y espalda. Es el caso de Pau Ribas, Fernando San Emeterio y Mirza Teletovic, los auténticos hombres de hierro para un Ivanovic que ha debido convivir todas las semanas con contratiempos de cualquier índole.

Los casos más sangrantes han tenido a Brad Oleson y Walter Hermann como tristes protagonistas. Ambos exteriores, dos de las grandes apuestas del club para el renovado proyecto, se han perdido la friolera de 21 encuentros tras ser intervenidos quirúrgicamente en el tobillo y la rodilla respectivamente. Privados de un adecuado ritmo competitivo y en busca del tono físico ideal, su vuelta debe implicar un salto de calidad para aspirar a los títulos.

Tampoco les van a la zaga otras dos caras nuevas. Marcelinho Huertas se vio azotado por varias lesiones musculares en el pasado mes de noviembre que propiciaron un socavón en la dirección de juego. Similar suerte corrió Lior Eliyahu, que además de sufrir un par de roturas también está obligado a lidiar con unos dolores en el pubis. El timonel brasileño y el cuatro israelí se han ausentado de once y siete comparecencias respectivamente. English (esguince de tobillo) y Singletary (lumbalgia) completan el rosario de lesionados en un año sin demasiados precedentes en este sentido.