vitoria. Nada mejor que la visita del, con permiso del Barcelona, plantel más en forma de Europa para calibrar la ligera mejoría experimentada por el Baskonia en los últimos tiempos. El equipo vitoriano afronta esta tarde la auténtica prueba del algodón. Frente a la atenta mirada de un jurado en forma de aliento desde la grada, vivirá una especie de juicio público para conocer el veredicto de la presente temporada. Es decir, si puede erigirse en una sólida alternativa al presumible monopolio de los clubes de fútbol o aspirará, como máximo, a ese tercer puesto que barruntan muchos.
Porque el Real Madrid que comparecerá esta tarde en el Buesa Arena, diezmado en el puesto de base por la baja de ese portento físico llamado Sergi Llull, es de largo el más sólido de la última década. Un colectivo completamente renovado al que Ettore Messina ha impuesto su sello en unos pocos meses, unas arrugas perfectamente llevadas, piezas que conocen sobradamente los entresijos del baloncesto y también alguna promesa encaminada hacia el estrellato (Velickovic).
Su reciente exhibición en el OAKA, que ha frenado en seco la minicrisis abierta por sus sorprendentes derrotas ante el Prokom y el Xacobeo, ha metido el miedo en el cuerpo. En la guarida del vigente campeón continental, se paseó con una suficiencia casi insultante. Con Reyes empezando a entrar en calor, sus recursos se multiplican. Anda sobrado de oficio y experiencia. Su defensa resulta, salvo en contadas ocasiones, infranqueable y ni siquiera precisa apelar a un baloncesto estético para salir indemne de los encuentros.
Enfrente aparece un Baskonia que, hasta la fecha, se ha mostrado menos compacto y con más picos en su rendimiento. En parte por el daño irreparable generado por las lesiones. Tras el triunfo castaño oscuro conseguido ante el Olimpia, la tropa de Ivanovic -perfectamente ubicada tanto en la ACB como la Euroliga- necesitará un diametral lavado de cara. El errático rendimiento de los bases, incapaces de aportar fluidez en la dirección, está lastrando de momento a un Caja Laboral con el aval de los resultados, pero cuyo juego despierta serias dudas.
De ahí que el discurso de su técnico esté centrado en pronosticar augurios de cara al futuro y no se ciña en exceso a la difícil realidad actual por mor del parte de guerra. "Tenemos muchas ganas de demostrar que este equipo puede ganar algo. Primero, a nosotros y luego a los demás. No importa jugar ante el Madrid u otro", detalló Ivanovic, que lanzó un aviso a sus pupilos cuando fue cuestionado por el pésimo rendimiento de la última aparición continental. "Un jugador tiene que estar siempre motivado contra cualquier rival, no sólo los grandes. Un entrenamiento debe ser una fiesta para cualquier jugador. Esta es la manera de contar con un equipo con carácter".
Tras alabar "la calidad y experiencia" de todos los integrantes blancos, minimizar la baja de Llull -"tienen una plantilla tan larga que no importa si no juegan uno o dos"- y reconocer que el actual Real Madrid "aspira a todo" en este curso, el montenegrino quiso emitir un mensaje esperanzador. "Sería mejor si estuviéramos al completo, pero estamos preparados para competir".