Un mes y medio después de su último partido, precisamente ante el Union Olimpia en el Tívoli Arena, Marcelinho Huertas dio ayer por zanjada definitivamente su problemática lesión fibrilar tras saltar de nuevo al parqué del Buesa Arena. Pero su retorno a punto estuvo de quedar en apenas un atisbo cuando Dusko Ivanovic le mandó al banquillo raudo y veloz cuando el brasileño se pasó de vueltas y enlazó un fallo a canasta con una falta inexplicable. Sin embargo, el entrenador montenegrino optó por ser magnánimo con su pupilo y le permitió regresar a la cancha en el inicio de la segunda mitad dentro del quinteto titular.
Y es que Ivanovic optó de nuevo por Sean Singletary para los primeros lances del encuentro, dejando al timonel nacido en Sao Paulo en el banquillo y haciendo temer a los presentes que el jugador se quedara una vez más todo el partido inédito al igual que en el último duelo de la ACB ante el DKV Joventut. En teoría, Huertas ya estaba completamente recuperado en Badalona, pero el preparador balcánico prefirió no concederle ni un poco de protagonismo por decisión técnica.
Ayer, corrían seis minutos de un partido extremadamente anodino cuando Singletary enfiló el banquillo para acompañar a Walter Herrmann -que al final no jugó- y Marcelinho entró en su sustitución. A partir de ese momento, Pau Ribas pudo desempeñar su trabajo como escolta mientras su compañero le liberaba de cualquier responsabilidad en la conducción del balón y la creación de juego. Poco después de recuperar antiguas sensaciones de nuevo con un balón en las manos, el uno carioca anotó su primera -y a la postre única- canasta del partido, una bomba al estilo de Juan Carlos Navarro tan del gusto del jugador encargado de suplir el hueco dejado por Pablo Prigioni.
Pero en el arranque del segundo cuarto Marcelinho metió una marcha más y su timón se salió del eje para enfado visible de Dusko Ivanovic, que le recordó el camino al banquillo sin ningún rubor. Demasiado acelerado, mucho más eléctrico de lo que necesitaba en ese momento el choque frente a un endeble Union Olimpia, el director de juego de la selección brasileña tardó demasiado tiempo en encontrar su papel en la cancha vitoriana. Ni siquiera dio muestras de su conexión canarinha con su buen amigo Tiago Splitter, aunque sí aportó alguna dosis de su rapidez a la hora de tomar decisiones.
Un gran pase largo a Lior Eliyahu, una recuperación de balón para iniciar un buen contraataque o uno de sus característicos pases a dos manos para una rápida canasta bajo el aro del ala-pívot israelí. Al final, Marcelinho abandonó el Buesa Arena con dos puntos, cuatro asistencias, una recuperación y un par de balones perdidos fruto de su normal falta de ritmo. Sus 14 minutos de juego, tres más que un Singletary que poco a poco va perdiendo a marchas forzadas el fuelle con el que deslumbró hace apenas unas semanas, demuestran que, para Ivanovic, su pupilo está totalmente recuperado y es ya uno más en la rotación azulgrana. "Ha jugado con mucha ambición y una buena actitud para intentar coger ritmo cuanto antes", resumió sobre el trabajo de su renacido director de juego. Pero, para Huertas, la gran prueba de fuego llegará el sábado, cuando se enfrente con el hombre al que vino a sustituir.