Si emotivo resultó el partido de ida celebrado en el Buesa Arena, lo de mañana en Tel Aviv será harina de otro costal. Cuarenta minutos plenos de emotividad donde será difícil no dejarse influenciar por los sentimentalismos. Es lo que le aguarda en el Nokia Arena a Lior Eliyahu, que regresa a Israel ataviado con la elástica baskonista en medio de una expectación notable.

Desde que pise suelo judío, su presencia causará un enorme revuelo y una nube de periodistas querrá sondear su estado de ánimo. Todos los medios israelíes se encuentran revolucionados con la vuelta de uno de los iconos del baloncesto hebreo, que en contadas ocasiones durante la historia ha exportado piezas de tanta calidad a otros clubes del Viejo Continente.

El regreso de Eliyahu a su tierra un aliciente para un duelo en el que el Caja Laboral pondrá en juego casi todas sus opciones de acabar la primera fase en la atalaya del grupo C. El recibimiento que le tributará la afición amarilla es una incógnita, ya que su fichaje por el club vitoriano despertó la ira de muchos aficionados y fue considerado como una especie de traición al símbolo deportivo de Israel.

"Es posible que le aplaudan, aunque habrá gente que quizás también le silbe", asegura un periodista israelí que sigue de cerca la actualidad macabea. De momento, en su lugar de origen sí causa cierto estupor que Ivanovic no le haya concedido mayor protagonismo.

Eliyahu, una de las pocas noticias agradables en el alicaido Maccabi de los últimos años, tomó el pasado verano la decisión más difícil de su vida. El jugoso contrato que le puso sobre la mesa Querejeta -tres temporadas a razón de casi un millón de euros anuales- pesó más en la balanza que su apego al Maccabi.

El equipo judío siempre se ha caracterizado por ser el abanderado de su país en las competiciones europeas y simbolizar el orgullo del pueblo hebreo. De ahí que a muchos les haya sorprendido que no cuente con los mejores jugadores nacidos en su patria. Es el caso de Lior Eliyahu o Yotam Halperin, en la filas del Olympiacos desde hace varias temporadas.

A día de hoy, el Maccabi no puede competir a nivel financiero con los clubes más poderosos de Europa. Intenta ser, de nuevo, quien fue hace unos años, pero le cuesta. La pérdida de Eliyahu fue un duro golpe. No en vano, como jugador, lo tiene todo para convertirse en uno de los mejores atacando de fuera hacia dentro. Sin embargo, sus armas, de momento, se han visto con cuentagotas en el Buesa Arena por las lesiones y la desconfianza de Ivanovic.