el Baskonia no carbura. Ni en ataque ni en defensa, es un equipo reconocible, compacto y lo suficientemente sólido como para ganar con tranquilidad cualquier choque. La vulgaridad se ha apoderado de un colectivo que pide a gritos soluciones para enderezar su errática trayectoria. Si ante el Valladolid o el Fuenlabrada estuvo a punto de quemarse en la hoguera, ayer fue más allá a la hora de incurrir en los despropósitos y firmar su partido más horrendo del actual curso.
No en vano, el equipo de Ivanovic firmó su registro anotador más bajo desde que arrancara esta edición liguera. Los 70 puntos anotados en el Nou Congost se quedaron cortos en comparación con los 72 materializados ante el Blancos de Rueda y el Barcelona en el Palau. Y eso que buena parte de ellos, en concreto 26, llegaron en plena remontada durante el último cuarto.
Si bien las cuatro sensibles bajas con que cuenta el montenegrino están minando la capacidad competitiva azulgrana, no lo es menos que varios integrantes atraviesan un pésimo estado de forma. El desgobierno en la dirección de juego se acentúa día tras día. Ribas no transmite ningún tipo de seguridad y ello se traduce en ataques de lo más espesos porque el Baskonia se muestra incapaz de salir al contragolpe con una mínima continuidad. Singletary, recién llegado y en plena fase de acoplamiento, tampoco atina a dar una vuelta de tuerca y lavar la cara de un equipo timorato. Sin embargo, hay muchos más agujeros en otros puestos.
El otro baskonista que está encarnando la alarmante impotencia colectiva es, sin duda, Teletovic. El bosnio no da una a derechas. Ni siquiera su mejor virtud, la del tiro exterior, está saliendo a relucir en su momento más crítico desde que llegó a Vitoria. Las defensas rivales, conocedores del peligro mortal de Splitter, no dudan en realizar continuos dos contra uno al brasileño para acabar con el único halo de luz. En este sentido, la baja de dos jugadores eminentemente ofensivos como Oleson y Eliyahu sí se dejan sentir.