mucho se había hablado y escrito sobre la decadencia del CSKA. Se decía que no era el de antaño, que su nivel de inversión había descendido a la par que su potencial deportivo. Pero hay tres hombres que, aunque con algún año más encima, siguen sin perder su valor cuando se combinan sobre una cancha de baloncesto. Holden, Siskauskas y Langdon, el trío letal que condujo al combinado ruso a conquistar dos títulos de la Euroliga, el núcleo de una plantilla que ha disputado las últimas cuatro finales de la competición, sale al rescate del combinado del ejército ruso cuando las cosas se complican. Ayer, en un encuentro que para el CSKA también era muy complicado tras haber sumado ya dos derrotas en la Euroliga, supieron desde el primer momento cargar con la responsabilidad y anular la superioridad interior del Baskonia.

La exhibición del lituano -máximo anotador del encuentro con puntos- en el primer cuarto sirvió como aviso para navegantes. Fue capaz de sumar 17 puntos de valoración en esos diez minutos iniciales, en los que con pleno de acierto en desde la línea de tres (4 de 4 en ese periodo y 5 de 7 al final) condujo a su equipo a una renta que amenazaba con dinamitar el partido sin ofrecer opción al Caja Laboral.

El incremento de testiculina con el que el equipo gasteiztarra mandó al barro el partido oscureció un poco al alero lituano, quizá el mejor tres de la competición. San Emeterio e English se pusieron las pilas y redujeron su presencia en los ataques moscovitas. Parecía que el marcador se apretaba. Y entonces apareció el otro pistolero.

Lo que ayer hizo Trajan Langdon sobre el parqué del Buesa Arena no puede resumirse en números, aunque los suyos fueron más que dignos: 13 puntos, 6 rebotes y 14 de valoración. Su aportación a un CSKA muy corto de efectivos luce más en los apartados no estadísticos del juego. Hizo, simple y llanamente, lo que su equipo más necesitó en el tercer cuarto, justo cuando el Baskonia parecía capacitado para darle la vuelta al electrónico y conservar el triunfo en Vitoria. Pashutin le pidió auxilio para contener a English, que llegó al rescate de Splitter, y el norteamericano se encargó de anularle. En ataque, además, firmó tres triples culminantes: uno, espectacular, sobre la bocina cuando acababa el primer cuarto y los dos con los que el CSKA retomó el mando del marcador.

El tercer elemento de este trío, que acumuló 44 de los 71 puntos que el combinado ruso logró en el Buesa, se reivindicó ante todos aquellos que hablaban de un jugador en horas bajas. John Robert Holden, que empezó desde el banquillo, se marcó varias canastas que sirvieron para desatascar alguno de los ataques más espesos de su equipo y ayudó a mantener una renta que ya no desaparecería.