vitoria. El duelo de esta tarde no será un partido más para Zoran Planinic. Por primera vez desde que abandonó el por aquel entonces TAU Cerámica, el jugador croata regresa al Buesa Arena para jugar ante una afición que cayó rendida a sus pies -más o menos- gracias a sus filigranas con el balón en las manos. "Estoy ansioso por jugar otra vez en Vitoria y encontrarme de nuevo con los fans del Baskonia. Fui feliz mientras jugué allí, con una afición que nos apoyaba siempre de forma incondicional. Eso te aportaba una energía extra incluso cuando salías a la cancha algo despistado", recuerda ahora el base del CSKA, que sin embargo tan sólo podrá saludar a dos de sus ex compañeros en Vitoria -Tiago Splitter y Mirza Teletovic- por culpa de la renovación que ha sufrido el Caja Laboral durante el pasado verano.

"Han tenido muchos cambios, pero el concepto de juego que caracteriza al equipo sigue siendo el mismo: jugar agresivo los 40 minutos", asegura el timonel, que podrá rememorar en la pista logros como el título de liga obtenido con Neven Spahija sentado en el banquillo baskonista.

De hecho, su marcha al equipo ruso cristalizó apenas unas semanas después de que la escuadra vitoriana levantara el trofeo de campeón. Cambió a Pablo Prigioni por Holden como compañero en la dirección de juego, además de lograr un suculento contrato gracias a la boyante situación económica que atravesaba en aquella época el CSKA, antes de que la crisis económica se cebara con los rublos rusos.

Hoy, el mago Planinic pisará de nuevo el pabellón de Betoño con una camiseta diferente a la que vistió durante dos temporadas.