orría el año 1996 cuando el alemán Matthias Jörger dejó atrás todo lo que conocía y emprendió una nueva vida en Vitoria. De profesión deshollinador -un oficio, para muchos aquí, totalmente desconocido-, llegó a la capital alavesa en un viaje emprendido por amor.

Pero, ¿de dónde vienen los deshollinadores? Este oficio nació en el norte de Italia. Cuenta Jörger que se dieron cuenta de cómo por el estado en el que se encontraban las chimeneas en ocasiones se producían incendios. "Eso, en aquel momento, como las casas estaban construidas en su mayoría de madera, era el desastre más grande que podía pasar", reconoce.

Por eso, empezaron a limpiarlas con más frecuencia, y de esta forma nació ese gremio, el de los encargados de limpiar las chimeneas. "Con el tiempo traspasaron los Alpes y llegaron los primeros también a Alemania, Austria, etc.".

Antes de todo esto, se encargaba el personal de las casas, y en Alemania, su país natal, en los siglos XV-XVI comenzó a ser obligatorio crear distritos en la ciudad donde acudía siempre el mismo deshollinador, algo que sigue siendo ahora obligatorio allí, aunque se ha diversificado más porque también revisan calderas de gas y gasóleo, etc. "Las autoridades han reconocido que es una figura importante, porque es el responsable y si pasan cosas, el deshollinador de cada distrito es el que tiene que dar cuenta de lo que ha ocurrido". Aquí, en Araba, esto era mucho más desconocido; algo propio de películas de la infancia como Mary Poppinsen la que hombres manchados de hollín se afanan en los tejados en la tarea de limpiar las chimeneas para evitar sustos.

Y, precisamente de darlo a conocer en el territorio, se ha encargado durante todos estos años Jörger. "Mi mujer es de Vitoria, y cuando vine yo en 1996, traje la documentación de Alemania, el título de maestrías sellado por el consulado en Bilbao en su momento, pero aquí no sabían encajar lo que yo hacía", relata. La de deshollinador era, al fin y al cabo, una profesión que aquí no existía. Algunas empresas de instalación y fontanería le llamaban, pero no era su especialidad.

A raíz de una entrevista para un medio de comunicación, sin embargo, conoció a Carlos, un bombero de Vitoria que en sus tiempos libres se dedicaba a limpiar chimeneas en algunas casas de la ciudad. "Antiguamente, eran los Bomberos de Vitoria los que se encargaban de este tema cuando había mucho más carbón y leña en la ciudad, hace cincuenta o sesenta años", rememora al fin y al cabo.

A pesar de todo, no fue hasta entrado el nuevo milenio, en el año 2001 -este año cumple, por tanto, 20 de servicio aquí-, cuando Jörger empezó a trabajar. "Él me facilitó sus clientes, y así empecé poco a poco". Hoy en día, eso sí, reconoce que ha cambiado todo mucho, porque ahora ofrece sus servicios especialmente en los pueblos de Álava. "En Vitoria apenas".

Reconoce que esto es así porque el fuego lo utilizan más en los pueblos. "Eso en Vitoria, en el Casco Viejo, en el barrio de Coronación, hace veinte años, había también en los pisos", recuerda. Al hacer reformas, sin embargo, explica que esta es la primera cosa que desaparece. En cambio, en los pueblos "es el día a día".

Al principio, además, tuvo que hacer un trabajo de dar a conocer en qué consistía este tradicional oficio, porque en la zona rural solían ser los de casa los que se encargaban -de mejor o peor manera- de esta labor. Pero, afirma que "es un trabajo un poco sucio", y ahora ya el 80% de su clientela es fija, personas que le contactan una vez al año, o cada dos o tres, incluso cuatro, para que proceda a la limpieza de sus chimeneas para de esta forma maximizar la seguridad en los hogares. "Porque tú llegas con mejores herramientas, con una aspiradora un poco en condiciones, etc., la gente se muestra muy agradecida porque ven que no es algo tan malo".

Pero, ¿la profesión de deshollinador es como lo que se ve en las películas? Esos hombres encaramados al tejado con cepillos limpiando las chimeneas desde las alturas... Según cree, esta estampa no ha cambiado demasiado realmente. Hay diferentes sistemas, eso sí. Jörger tiene compañeros que trabajan desde abajo, desde el mismo fuego porque para eso hay unas cañas que se pueden subir a pulso, pero él prefiere limpiar desde el tejado, sobre todo "para ver cómo está la salida".

Porque él es el único que se dedica en el territorio a la labor exclusiva de deshollinador. "Hay compañeros que limpian chimeneas, pero que además hacen instalaciones, etc.". Sí que los hay, cuenta, en Bizkaia, con quienes colabora. Y, de ahí la pregunta obligada. Aunque aún le queda mucho tiempo para retirarse, ¿quién le tomará el relevo de este oficio? Él lo tiene claro.

"Yo tengo en mente, todavía quizá es un poco pronto, que si a alguien le interesa poder formarle y presentarle a los clientes", recuerda. Porque es, al fin y al cabo, un empleo en el que la confianza lo es todo. Para eso tiene que encontrar a la persona idónea. "Es un trabajo sucio, hay que entrar en casas ajenas, subir a tejados, etc.". Poco a poco empezará a buscar y espera tener la suerte de encontrar a alguien que le tome el relevo de una figura que en España nunca ha sido "muy conocida", porque la única noción que tiene, reitera, es la de los Bomberos, que limpiaban las chimeneas.

Mientras tanto, ya que para eso aún queda mucho tiempo por delante, su furgoneta y su peculiar indumentaria seguirán siendo su seña de identidad en los pueblos. Todos conocen ya, al fin y al cabo, a Matthias el deshollinador. Con su vehículo llega a pueblos como Corres, en la Llanada Alavesa, para ejercer su profesión. La seguridad en los hogares con chimenea, por tanto, solo está a una llamada de teléfono de estar garantizada para los vecinos del territorio.

Si algo caracteriza a la profesión de los deshollinadores son sus materiales. Jörger ya se ha hecho famoso en los pueblos de Álava por su atuendo y su furgoneta, así como por el equipo que utiliza para este tradicional oficio.

"Anteriormente, eran los Bomberos de Vitoria los que se encargaban de esto en la ciudad"

Deshollinador