La quinta ola ya es historia. Con el virus muy arrinconado, Euskadi aspira a salir en los próximos días del riesgo alto de transmisión -actualmente está situado en 223 casos de incidencia acumulada- y descender de los 150 casos por cada 100.000 habitantes que significa riesgo moderado, un umbral epidemiológico que está fijado entre 50 y 150 casos. Por la buena senda avanza Álava que ya ha bajado de la barrera de 200.

El coordinador de la Comisión Técnica del LABI, Jonan Fernández, afirmó ayer que el Gobierno Vasco quiere que en "las próximas semanas" la tasa de incidencia de la covid esté por debajo de 150 casos. Además aspira a que la ocupación de camas UCI se encuentre "en las cifras más bajas del escenario 1", que prevé un máximo de 219 plazas en las unidades de críticos. Lakua fía también la recuperación pospandémica a que el 90% de la población haya completado la vacunación, lo que ocurrirá a finales de septiembre o principios de octubre.

En comisión parlamentaria, Fernández informó que "en este momento está concluyendo la fase descendente de la quinta ola" y explicó que, cada ola pandémica ha tenido una fase ascendente de unos 40 días y una descendente de similar duración. En este momento está bajando la curva de la quinta ola y toca "comprobar que la tendencia se consolida". Para ilustrar la evolución del coronavirus comparó datos de la pandemia en junio, el "momento valle", del pico de la quinta ola y de la situación a día de hoy.

La tasa acumulada era de 103 casos a mediados de junio, de 836 el 30 de julio y de 223 este martes. El R0, que indica a cuántas personas puede contagiar un afectado, era de 0,81 en el valle de junio, de 1,51 en el pico de julio y de 0,80 ahora. Mientras, los pacientes muy graves en UCI han sido 30, 82 y 60, respectivamente.

Sin embargo, el objetivo del Ejecutivo es mucho más ambicioso porque se pretende "situar y estabilizar" la incidencia acumulada por debajo de 60 casos. Pero antes hay que lograr una tasa inferior a 150, situar la ocupación UCI "en las cifras más bajas del escenario 1" y conseguir que nueve de cada diez vascos mayores de doce años estén vacunados.

"El reto específico del LABI durante las próximas semanas y meses es valorar en qué momento esta enfermedad deja de suponer una afección crítica para el funcionamiento de la sociedad. Este análisis puede suponer un punto de inflexión en la gestión de la pandemia", expresó.

Los datos ahora son buenos y el índice de vacunación "altísimo", lo que permite pensar en un "escenario positivo", aunque dada la "imprevisibilidad" del virus -nadie vio venir la quinta ola, dijo- , hay que trabajar con varias posibilidades. Si esto ocurre se abrirá "una oportunidad para estar en una etapa de recuperación pospandémica" y se podrá "avanzar en la relajación de las medidas".

Indicó que si el Gobierno Vasco no adelanta qué medidas pueden estar vigentes dentro de 15 días es porque tiene "dudas" de esta evolución. Si se consolida, se flexibilizarán las restricciones de aforos y horarios, aunque siempre con "cautela".

Durante su intervención, repasó la evolución del covid durante el verano de la quinta ola, que Fernández atribuyó a la "gran capacidad de transmisión" de la variante delta, cuyo predominio en Euskadi no llegaba al 1 % a mediados de junio y que ahora representa ya más del 95 % de los casos. El segundo factor ha sido la relajación en el cumplimiento de las medidas debido a una sensación de mayor seguridad, cuya expresión más evidente han sido los "botellones y aglomeraciones festivas".

Bingen Zupiria defendió, por su parte, que ha habido "un esfuerzo permanente" para vivir en ese "equilibrio entre la necesidad de adoptar medidas para frenar los contagios, las hospitalizaciones y las muertes y permitir, con las medidas que hubiera que tomar en cada caso, la vida social más normal posible". En este sentido, señaló que, "como la situación es mejor, es lógico pensar que en unas semanas podamos estar en situación de adoptar medidas que nos permitan hacer más cosas".

Residencias. La Memoria de la Fiscalía del País Vasco considera que en 2020 las instituciones vascas realizaron un esfuerzo "ímprobo y extraordinario a nivel de medios personales y materiales" para contener el covid-19 en las residencias "pese a las carencias que había en aquel momento".

En las 315 residencias, con 17.000 usuarios, fallecieron durante la primera ola 615 personas, aunque la cifra será mayor porque entonces "no se hacían pruebas de detección por falta de ellas". En la segunda, murieron 304 mayores.

La Fiscalía mantienen abiertos expedientes incoados por la Fiscalía del Estado, y una denuncia del Movimiento de Pensionistas en Gipuzkoa. Sin embargo, el resto de denuncias han sido archivadas.