esde el Obispado de Vitoria se ofreció al Ayuntamiento de Agurain la cesión gratuita del crucero originario de Opakua que se encontraba en una propiedad privada de Murgia, explican desde la villa de la Llanada. Una de las condiciones era que fuera vuelto a colocar en Opakua, lugar de donde salió, así como asumir el gasto que supone su desmontaje, traslado y nuevo montaje, explican.

Teniendo en cuenta que se trata de un bien histórico artístico y requiere de un trato especial, el Ayuntamiento llevará a cabo los trabajos de desmontaje, traslado y colocación en Opakua, lo que supone un gasto de 10.947,83 euros. Todas las labores requieren ser realizadas por una empresa especializada y acreditada.

Tradicionalmente, los cruceros quedan vinculado a los caminos, fuera de los núcleos urbanos y como guía y punto oracional para peregrinos y viandantes. El de Opakua fue vendido a principios del siglo pasado fuera de Álava y de nuevo fue comprado y colocado en las inmediaciones de Murgia. Se trata de una cruz renacentista con reminiscencias góticas. Es obra del siglo XVI, aunque podría ser de épocas anteriores.

Se levanta dicha cruz sobre una base rectangular de la que una parte se halla enterrada en la tierra y está reforzada por cuatro gruesas grapas de hierro que dan consistencia al crucero.

Es una cruz inmaculísta, y está coronada por un original capitel sin imágenes, aunque la moldura que le divide externamente le da vistosidad y esbeltez, rompiendo su monotonía.

La cruz, del estilo de la de Ventaberri de Agurain, descansa sobre un pequeño calvario o Gólgota con mayor relieve en el anverso donde se puede contemplar el crucificado, de línea estilizada con corona de espinas y de rasgos sobrios y serenos. Presenta sus brazos rectos y delgados como no he podido contemplar en otros cruceros. Deja ver sus piernas destrozadas por estar, sin duda, finamente labradas y reposa sobre una calavera. En el otro reverso, la Virgen con un amplio y recogido manto y el Niño, en sus brazos, y a sus pies un ángel con alas desplegadas y la media luna, símbolo mariano.

El crucero está aún muy bien conservado, mostrando la sobriedad y elegancia de épocas anteriores, erigiendo al ejecutor como un gran artista.

Las cruces de siempre han marcado los viejos caminos, han sido desde la Edad Media un legado de fe, perdón y cobijo, un adiós y un saludo, el conjuro para los malos espíritus. Cruces de gran valor arqueológico y artístico y aún histórico han desaparecido por diversas circunstancias.

El Obispado ofreció la cesión gratuita del crucero originario de Opakua, que estaba en una propiedad privada de Murgia