El coronavirus copaba las conversaciones y los titulares de los medios desde bastantes días antes. Álava acumulaba ya decenas de contagios, con al menos dos grandes brotes conocidos en el HUA-Txagorritxu y en un funeral celebrado en Gasteiz, e incluso había lamentado la muerte del primer paciente por el nuevo patógeno, un hombre de 90 años que se encontraba aislado en el hospital vitoriano.

Sin embargo, los acontecimientos que se sucedieron el lunes 9 de marzo de 2020, hace hoy justo un año, supusieron un punto de inflexión inicial clave en esta larga crisis sanitaria.

Fue el día en que el Gobierno Vasco notificó el salto más importante de nuevos casos de covid-19 confirmados hasta la fecha en la provincia, que en ese momento alcanzaba un total de 122. Álava se encontraba ya en el centro de todas las miradas, pero más allá de las cifras, el cierre de tres de sus colegios por la detección de varios casos de coronavirus, los primeros de todo el Estado, la puso en el foco todavía más.

En Labastida y Gasteiz

Se trataba del colegio público y la ikastola de Labastida y de la ikastola Odon de Apraiz, en Gasteiz. Esa misma jornada, Lakua decidía clausurar a partir del martes 10 y durante dos semanas todos los centros educativos de la capital alavesa, tanto públicos como concertados, y el IES Samaniego de Laguardia para tratar de limitar la propagación del virus.

Una carta remitida a las familias por la todavía consejera de Educación, Cristina Uriarte, daba cuenta de esta inédita decisión. Aunque nadie lo supiera todavía, el Estado de alarma y el confinamiento domiciliario se encontraban ya a la vuelta de la esquina.

"Recuerdo ese 8 de marzo con muchísima preocupación. Era todo tan incierto, que cuando el nombre de Labastida empezó a salir en medios de comunicación se exponía que el pueblo estaba confinando, lo cual no era verdad. Se hablaba de la ciudad el nombre del pueblo estaba en boca del ministro de Sanidad... Ese boom de Labastida vinculado al coronavirus nos hacía preguntarnos qué nos iba a suponer como pueblo. Porque de hecho, todavía se miraba al puente de San José", rememora en declaraciones a este periódico Laura Pérez, alcaldesa de la localidad.

Lamentablemente, no sólo el vecindario de Labastida sino el de todo el Estado pasaría ese 19 de marzo y las jornadas posteriores ya en cuarentena.

"En el ojo del huracán"

Pérez evoca unas jornadas de "absoluta incertidumbre" ante "algo desconocido", que situó a Labastida de un día para otro "en el ojo del huracán" y derivó en una cascada de cierres "para evitar más contagios" que alcanzó también a la haurreskola, al polideportivo municipal y al frontón viejo, espacios de entrenamiento y de juego para la juventud del pueblo.

La hostelería de Labastida también clausuró por iniciativa propia el jueves 12, cuando aún no se había decretado el Estado de alarma.

Para la alcaldesa, acostumbrada a lidiar todos los veranos con un incremento exponencial de la población en la localidad, éstos fueron "por supuesto" sus días más difíciles al frente del Consistorio, al que accedió en el año 2015. "Los veranos son muy intensos, porque pasamos de 1.500 a 7.000 u 8.000 vecinos y coinciden también con las fiestas del pueblo. Hay que atender los servicios y que todo mantenga el orden, pero nada en comparación con aquella semana, que fue frenética", recuerda Pérez.

Deriva imparable

La imparable deriva de la epidemia, que el 11 de marzo fue declarada pandemia por la OMS, acabó finalmente por igualar a todos los pueblos y ciudades en una situación nunca antes conocida.

El jueves 12 de marzo el cierre escolar se extendía a los 68.000 alumnos alaveses de guarderías, colegios, institutos y del campus gasteiztarra de la UPV/EHU y sólo un día después al casi medio millón del conjunto de la CAV, que ya no volverían a clase hasta curso siguiente.