Maite Ibarra es farmacéutica y ayuda desde hace dos décadas a las personas mayores a tomar de forma correcta los medicamentos. Primero lo hizo desde su botica de La Puebla de Arganzón, mano a mano con el médico que atendía en el pueblo y, ahora, desde la farmacia que regenta en Lakua, frente a la estación de autobuses.

A menudo, los ancianos no siguen las pautas marcadas por el médico a la hora de ingerir las boticas. No respetan horarios ni dosis y acostumbran a acumular cajas y cajas de pastillas en los botiquines de sus viviendas. Es en estos casos en los que intervienen profesionales como Maite para echarles una mano, una ayuda que agradecen tanto los usuarios, como sus familiares, a los que este asesoramiento personalizado les proporciona “gran tranquilidad”, constata esta profesional de Durango, afincada en Gasteiz.

También lo corrobora Pilar, una de las hijas de Pilar Cabezas, que le acompaña a la farmacia para recoger su blíster (envase con su pautada medicación) para los próximos días. “Antes se lo preparaban de forma semanal pero, ahora, con el covid, es mensual, para que salga de casa lo menos posible”, indica. “Mi madre está muy contenta con este servicio; bueno, toda la familia lo estamos”, apunta. Afincada desde hace 76 años en Vitoria, pero natural de Piedrabuena, en Ciudad Real, Pilar vive sola en casa, aunque por las mañanas le atiende una cuidadora y por las tardes sus hijos. “Entramos en el programa alertados por la trabajadora social porque había días que se le olvidaba tomar las pastillas”, explica la hija de Pilar (89 años). “Nos dijo que lo comentásemos en la farmacia, que existía este servicio, en la familia no lo conocíamos, y así lo hicimos. Desde entonces, fenomenal, muy bien. De esta manera podemos saber si toma de forma correcta su medicación”, apunta en referencia a sus ocho pastillas diarias prescritas.

Como Maite, para evitar que los ancianos se confundan con la medicación diaria, otros farmacéuticos de Álava les controlan lo pautado por el doctor y realizan un seguimiento mediante el denominado sistema personalizado de dosificación (SPD). Dicho control se efectúa con unos blísteres en los que se introducen las tomas diarias, normalmente para una semana. “Un blíster es mucho más que un simple pastillero, ya que está homologado, dispone de cierre hermético para que no se pueda manipular y, a la hora de emblistar, permite que el medicamento se conserve a la misma temperatura y humedad que el original, lo que es muy importante”, explica la boticaria. “Lo que hacemos es facilitarle la toma, ya que hay personas que se olvidan, que no ven bien, que se toman las recetas del marido y, viceversa, o más dosis de la pautada por el médico”, enumera, ya que la casuística que se encuentran los farmacéuticos es amplísima. “Aquí vemos de todo”, apunta.

Recuerda Ibarra el caso de un matrimonio en el que uno de los miembros no veía bien y la mujer se tomaba las pastillas del marido. Entonces, “lo que hicimos es poner en el blíster una foto de la mujer”, indica. Y otro caso en el que no había manera de que el usuario se aclarase con los días y horas de las tomas, a pesar de que vienen marcadas en el blíster. “Optamos por reetiquetarlo pensando en él hasta que lo entendió y, fenomenal”. Es la “ventaja” de un servicio personalizado. Y cuando ya les llega un caso más complejo de lo habitual, cuando resulta imposible que el paciente lo haga bien, “implicamos a la familia”, sostiene.

“El 80% de la medicación se puede introducir en estos blísteres, ya que los únicos formatos no válidos para estos recipientes son aerosoles, sobres y jarabes”, asegura Marisa Martínez, directora del centro de información de medicamentos (CIM) del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Álava.

La farmacéutica Ibarra subraya que el primer paso del protocolo a seguir es detectar la necesidad del enfermo, es decir, darse cuenta de que no lo está haciendo bien y, ahí, los primeros suelen ser los farmacéuticos. Una vez detectada la necesidad, se les informa del servicio y, si les interesa, firman una autorización y se entrevistan con el farmacéutico para informarles de todas las medicinas que tienen que tomar. “No solo las que les receta el médico, ya que, a veces, toman hierbas u otros productos por su cuenta. Por eso es tan importante el seguimiento, porque nosotros vemos si lo que toman va incluido en lo pautado por el médico o si hay duplicidad”.

A partir de ahí, la farmacia se encarga de custodiar sus medicinas y preparar los blísteres semanales que los usuarios, después, recogen en la botica, una vez que han hablado con el médico para conocer el detalle de las recetas. “Cuando vienen a por las nuevas dosis, nos traen el blíster anterior y ahí vemos si lo está haciendo bien o no, porque no mienten, te lo cuentan todo, no esconden nada”, sostiene Ibarra. “Me acuerdo de una persona que no ingería la toma de las noches, le preguntamos por qué y nos dijo que había días en invierno, que como no tenía nada que hacer, cenaba y se metía a la cama a las seis de la tarde, así que hablamos con su médico y le adelantó la última toma del día”.

El balance que Ibarra hace sobre este programa no puede ser más positivo. “Los propios usuarios te lo dicen, al igual que sus familias”, apunta. “Las patologías están mejor controladas porque toman lo que tienen que tomar, ni más ni menos, y de esta forma, se consigue una mejor adherencias de los medicamentos”, informa.

“El servicio ha ido mejorando con los años, con la llegada de la receta electrónica, con el tratamiento de los medicamentos tóxicos, aquellos que no se pueden manipular de cualquier forma sino adoptando medidas de seguridad”. No obstante, casi todo es mejorable y, en este sentido, Ibarra considera que el servicio se tendría que dar más a conocer, ya que muchas personas mayores no saben que existe, que pueden beneficiarse de esta ayuda, a no ser que sean usuarios del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) que gestionan las instituciones.

En Álava, desde 2009 han pasado por este programa 170 usuarios. Hoy hay 88 pacientes que están dados de alta: 37 derivados por el Ayuntamiento de Gasteiz y el resto, del servicio de ayuda domiciliaria (SAD), que gestionan las instituciones. “En el caso de la Diputación de Álava, está dirigido a personas de la zona rural e incluye a grandes dependientes de Gasteiz”, aclara Marisa Martínez. Además, el pasado año entraron en el programa veinte personas y salieron trece. Las causas más comunes de las bajas son los fallecimiento o el traslado a una residencia de mayores.

Programa SPD ayuda domiciliaria. Es un sistema personalizado de dosificación para la mejora del uso de los medicamentos en personas que residen en su casa, pero disponen de atención domiciliaria (SAD).

Usuarios. Desde 2009 han pasado por el programa en Álava 170 usuarios. En la actualidad, hay 88 pacientes que están dados de alta: 37 son del Ayuntamiento de Vitoria y el resto del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de la Diputación de Álava, pero no significa que todos sean de la zona rural, ya que caben grandes dependientes de Gasteiz. En 2020 entraron en el programa 20 personas y salieron 13. Las causas comunes de las bajas son fallecimiento o traslado a una residencia.

Farmacias. En Gasteiz hay 69 farmacias acreditadas para este programa y 17 boticas en la zona rural, cuyos farmacéuticos se han acreditado y recibido una formación específica en este sistema personalizado de dosificación.