El Colegio de Farmacéuticos de Álava subraya que la mitad de los tratamientos médicos no se toma bien. En cambio, “con la integración en este programa, se logra una adherencia cercana al 100% en los tratamientos farmacológicos, cuando la adherencia media es del 50-55%”, indica Marisa Martínez, directora del centro de información de medicamentos (CIM) del órgano colegial. Sobre todo, “hay un incumplimiento terapéutico muy extendido en pacientes polimedicados y con dificultades para seguir correctamente su tratamiento farmacológico, ya sea por las características del propio paciente o de su medicación”, explica. “Hablamos de personas con ciertos impedimentos físicos (pérdida de visión o de habilidades manuales) o con una disminución de sus capacidades cognitivas, además de tratamientos que incorporan tres o más medicamentos con pautas y dosis irregulares”, añade. Todas estas dificultades hacen necesario buscar sistemas que faciliten el puntual cumplimiento terapéutico en dichos casos.
El primer paso es detectar la necesidad, lo que sucede en el ámbito familiar o en el de la atención sanitaria, ya sea el médico de Atención Primaria, el propio farmacéutico o el trabajador social. Normalmente, la alarma surge cuando se observa falta de adherencia a la medicación o fallos en los efectos del tratamiento. Así, si el usuario necesita ayuda con la medicación y el trabajador social constata que cumple los requisitos, facilita su entrada en el programa. Entonces, el paciente, o su cuidador, acude a la farmacia donde habitualmente recoge su medicación, siempre que ésta esté acreditada en el programa SPD (sistema personalizado de dosificación).
En primer lugar, el farmacéutico estudia la medicación para comprobar que no haya duplicidades, es decir, medicamentos que no se pueden tomar juntos o que no pueden ser emblistados debido a sus características o pautas de administración, puesto que con este programa se persigue agrupar las tomas en tres o cuatro veces al día.
En ocasiones, el farmacéutico también puede proponer cambios en el tratamiento, que se ajusta con el médico del paciente, con el objetivo de que la mayor parte de la medicación pueda ser emblistada y asegurar la adherencia por parte del paciente. Por ejemplo, los comprimidos bucodispensables no pueden ir en un blíster. Después, de forma semanal, el paciente, o su cuidador, acude a la farmacia a retirar la medicación preparada para la siguiente semana. En ese momento, entrega el anterior envase vacío, lo que permite comprobar el buen cumplimiento del tratamiento.
Este año, además, desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Álava se está procediendo a impulsar el programa, con el fin de que llegue a todas las personas que actualmente no tienen cubierta esta necesidad. Considera este organismo colegiado que aún “existen necesidades que no están cubiertas”.