- El Ayuntamiento de Llodio ha incorporado al proyecto de rehabilitación integral del antiguo calero de Mintegieta, ubicado en el barrio de Isusi, otro plan paralelo y complementario consistente en el control arqueológico de estas obras. No se trata de un capricho, sino de un requerimiento expreso del Servicio de Museo y Arqueología de la Diputación Foral de Álava, así como de una recomendación del comité científico asesor. Una figura nombrada por el propio Consistorio en 2019, a la que poder solicitar asesoramiento en aquellas materias e intervenciones en los ámbitos del patrimonio cultural material que se lleven a cabo en el municipio. “Este grupo de profesionales se compone de reputados representantes del Servicio foral de Museo y Arqueología, Centro de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco, Universidad de Deusto y el Arkeologi Museoa (Bilbao) de la Diputación Foral de Bizkaia”, subrayó ayer el concejal de Servicios, Barrios y Medio Rural, Joseba Amondo. Al tiempo, explicó que, en el caso del calero de Mintegieta, “su labor consistirá en realizar un seguimiento de las demoliciones y reconstrucciones de las estructuras necesarias, del vaciado del interior y de movimientos de tierra necesarios para las nuevas cimentaciones”.

Entre sus funciones, además, se encuentra la de generar documentación del proceso, recabando toda la información escrita y gráfica necesaria, para dar cuenta a las instituciones implicadas de los trabajos realizados y, por último, prestar el asesoramiento técnico necesario a los operarios encargados de las obras siempre que se requiera o que se estime conveniente desde el punto de vista histórico-arqueológico.

No en vano, el calero objeto de recuperación -un horno en el que se cocía piedra para convertirla en cal viva, antaño empleada para abonar la tierra y, mezclada con agua, para desinfectar cuadras y paredes, con el objetivo de evitar parásitos, o combatir plagas, aplicándola a árboles frutales, aunque su uso principal se daba en construcción- es de modelo francés y se empleó aproximadamente hasta 1950 por su anterior propietario, Lázaro Eskuza, a quien se lo adquirió el Ayuntamiento “mediante una permuta para ponerlo en valor, como elemento etnográfico de interés a nivel municipal”, añadió Amondo.

Por lo que respecta a los trabajos de reforma de este bien cultural, fueron adjudicados el pasado verano en el precio de 35.0000 euros. El proyecto contempla la rehabilitación de todo el complejo, que comprende un espacio correspondiente al propio horno de cocción de la piedra caliza, así como un almacén exterior del producto obtenido. “En el primero de los elementos no se han observado signos exteriores de derrumbe en sus paredes”.