- A finales de 1998, la escuela Micaela Portilla abrió sus puertas en la localidad alavesa de Fontecha para formar a jóvenes que habían abandonado los estudios en trabajos relacionados con la construcción, con la impresionante torre de los condes de Orgaz, y su palacio, como campo de prácticas. Desde entonces, cada año 36 personas, al principio de 16 a 24 años, y desde hace casi un lustro sin límite de edad, pasan por esta escuela, que en 2012 dio el salto a la actividad turística, abriendo el palacio y la torre a las visitas de organizadas y teatralizadas, y conjugando su oferta con la del Jardín Botánico de Santa Catalina o el Valle Salado de Añana. La iniciativa se tradujo en cerca de 2.500 visitas anuales a la cuadrilla, según datos de la Diputación Foral de Álava.

La pandemia del covid-19 ha dado al traste con esta actividad y, como comenta a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA la directora de la escuela, María Jesús Calleja, la actividad de este atípico 2020 se ha concentrado en su misión original, formar a futuros trabajadores.

No sin dificultades, en todo caso, pues también el covid-19 ha complicado las cosas. Calleja explica que, aunque los alumnos que han realizado prácticas en empresas tras acabar su formación en julio han sido requeridos por cuatro de ellas para empezar a trabajar, hay retrasos en la formalización de los contratos de los empleados extranjeros, que necesitan formalizar permisos de trabajo para incorporarse a sus puestos. "Está todo parado", lamenta Calleja.

En las murallas, la torre y el palacio de finales del siglo XV o comienzos del siglo XVI se imparte formación para obtener los certificados de profesionalidad de Lanbide 1 (de septiembre a diciembre) y 2 (de diciembre a julio), en Albañilería Histórica, Carpintería de Armar y Forestal, esta última disciplina en sustitución de la formación en Cantería que se impartía hasta que concluyó la restauración de la piedra del conjunto monumental de Fontecha.

Además, en la escuela se imparten módulos complementarios de montaje de andamios, carretilla elevadora o prevención de riesgos laborales, y además se prepara a los alumnos para obtener el título de Graduado en Secundaria o el Graduado Escolar.

La escuela da prioridad a alumnos residentes en la cuadrilla de Añana, promotora del proyecto, pero trabaja en común con los trabajadores sociales de Vitoria, con la asociación de defensa de los refugiados CEAR, con Sartu, Cruz Roja, Cáritas o con el programa de menores no acompañados y los institutos de Secundaria del territorio.

El proyecto de la escuela Micaela Portilla nació después de que la Diputación cediera la torre y el palacio a la cuadrilla, que tras ponerse en contacto con el INEM, hoy Lanbide, apostó por dar una segunda oportunidad a jóvenes de la zona, y también de Gasteiz y alrededores, que habían abandonado sus estudios. Con la crisis económica del 2008 tocó reinventarse, y así se decidió recurrir a la Fundación Vital para buscar financiación y se reorientó el proyecto, ya en 2012, para atraer turismo y dar a conocer tanto la torre y el palacio como el trabajo que allí se desarrollaba.

Poco a poco la oferta turística se fue ampliando al Valle Salado o el Jardín Botánico de Santa Catalina, y ya el año pasado cada tercer domingo de mes llegaban a Fontecha autobuses con 54 personas que, por 17 euros, podían conocer los principales atractivos de la cuadrilla y de paso estimulaban el comercio y la hostelería locales. Además, tal y como recuerda María Jesús Calleja, se organizaban visitas escolares a Fontecha junto con una excursión al Museo del Agua de Sobrón.

La pandemia obligó a suspender la vertiente turística de un proyecto que llegó a atraer a los citados 2.500 visitantes al año, y que ahora espera a que la situación se normalice para volver a abrir al público uno de los espacios más singulares de la Cuadrilla de Añana. El complejo, con su torre de 25 metros de altura, perteneció al linaje de los Hurtado de Mendoza, nombrados Condes de Orgaz en el siglo XVI.

El proyecto de la escuela Micaela Portilla, que pertenece a la Red de Castillos y Palacios de España, ha obtenido el Premio de Innovación Turística del Gobierno Vasco y es socio colaborador de las Escuelas de Segunda Oportunidad, dirige sus esfuerzos a tres perfiles concretos; las personas que carecen de formación en un oficio, las mujeres, colectivo tradicionalmente poco integrado en labores como la carpintería o la albañilería; e inmigrantes con dificultades para la inserción laboral.

Además de la pura y dura formación en los oficios que se imparten en Fontecha, el proyecto persigue educar en valores como el esfuerzo, la motivación, la puntualidad o el respeto a compañeros y a sus cinco profesores, que con el paso de los años han visto cómo ha ido cambiando el perfil de los aprendices. "Ahora hay gente de 30 y hasta de 40 años", explica Calleja.

Colaboradores. La Fundación Vital, Lanbide, la Diputación Foral de Álava, el Valle Salado de Añana y el Jardín Botánico de Santa Catalina colaboran con el proyecto de la escuela Micaela Portilla.

Visitas. Antes de la pandemia, el complejo de Fontecha recibía la visita, el tercer domingo de cada mes, de 54 visitantes que llegaban en autobuses desde Vitoria. También se programaban visitas de escolares en los meses de mayo y junio.

36

Alumnos. En cada curso de la escuela Micaela Portilla se da formación a 36 alumnos, 12 por cada uno de los tres talleres que se imparten, de Albañilería, Carpintería de Armar y Forestal. Al principio la actividad se dirigía a jóvenes sin formación en oficios, pero desde hace varios años la matrícula está a abierta también a mayores de 24 años.