- El parque Juan Urrutia de Amurrio debería amanecer hoy preparado para acoger una de las citas más señaladas del sector vinícola alavés: el Txakolin Eguna, que alcanzaría su vigésimo segunda edición y que, como todo en estos días, ha quedado a expensas de la incertidumbre que nos acompaña desde mediados de marzo, a consecuencia de la crisis socio sanitaria del coronavirus. De hecho, aún no se sabe si la fiesta se aplaza o se cancela ya que, “en función de cómo vaya evolucionando el plan de regresión de las medidas sanitarias adoptadas, se valorará su encaje durante los próximos meses o su suspensión definitiva hasta la edición de 2O21”, según informó el gerente de la Denominación de Origen Arabako Txakolina, Joxean Merino.

Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que hoy 24 de mayo el sector txakolinero alavés no celebrará su fiesta anual más importante. De hecho, se trata de una jornada en la que se presenta en sociedad el resultado de la última vendimia y se da a conocer la calificación oficial del comité de cata, con la presencia de todas las bodegas de la Denominación de Origen, que tienen en la cita el mejor de los escaparates para dar a conocer sus caldos al público. Sirva de aval que, el año pasado, se sirvieron en torno a 7.500 botellas del caldo protagonista, distribuidas en 25.000 copas y vasos, acompañadas de un amplio abanico de delicias gastronómicas.

En concreto, la nueva añada la integran en torno a 425.000 botellas, tras la caída productiva del 11%, anunciada en noviembre, después de que llegaran a las bodegas 455.768 kilogramos de uva, frente a los 511.380 de la campaña de 2018. Lo que no se sabe todavía es la calidad, puesto que “aún no se han podido realizar las catas, ya que con lo del coronavirus también está cerrado el laboratorio de análisis sensorial de la Facultad de Farmacia de la UPV donde se llevan a cabo, y tampoco sabemos muy bien si en la siguiente fase de la desescalada lo abrirán”, apunta el presidente de la asociación de txakolineros artesanos de Álava, Luis Mariano Álava.

Sí estiman que, dada la “excelente” calidad del grano recepcionado en bodega, como poco, se iguale la calificación oficial de muy buena de la anterior añada. Mientras tanto, ellos siguen con su labor en el campo, porque el viñedo no solo no entiende de pandemias humanas sino que ahora está en una de sus fases más críticas: la de floración, y lo que toca es estar ojo avizor ante cualquier riesgo de mildiu, una de las enfermedades más graves de la vid.

Eso sí, tampoco tiran la toalla en lo de celebrar. “No habrá Txakolin Eguna pero la nueva añada hay que presentarla sí o sí”, opina Rosa Segurola, de la bodega Beldui de Llodio. Su compañero, Jon Zubeldia, de la txakolinería Astobiza de Okondo, no solo la respalda sino que ya empieza a maquinar: “se puede hacer una semana de promoción online que culmine en una jornada de actos como catas virtuales o lo que sea, pero algo habrá que hacer”, apostilla. De igual forma, en la txakolinería Artomaña de Amurrio también barajan ofrecer presentaciones de la añada más personalizadas, aprovechando que ya tienen lista para abrir su bodega a visitas de enoturismo. “Queríamos empezar a primeros de junio, pero a ver qué nos dejan hacer o no con esto de las fases”, apostilla Álava, socio de esta txakolinería.

Por su parte, en Beldui han aprovechado el confinamiento “para poner bonito lo que rodea al caserío que da cobijo a nuestra bodega, ya que para junio teníamos previsto cenas medievales que, ahora, vete a saber cuándo podremos hacer”, lamenta Segurola. Lo de los planes y apuestas de futuro también es algo que se ha truncado en Astobiza. “Este año habíamos apostado por las bodas, al tiempo que habíamos entrado en una ruta de enoturimo de alta calidad, pero se ha caído todo por el covid-19. Con todo, no hay que rendirse, eso nunca, hay que salir adelante como sea pese a saber que es un año complicado”, concluye Jon Zubeldia con sus palabras.