La pizza napolitana está considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Un manjar gastronómico que llevó a Enzo di Paola Fernández, gasteiztarra de 25 años con raíces italianas, hasta orillas del Vesubio para estudiar un curso de pizzaiolo, es decir, maestro pizzero. Un "sueño" que inició en febrero y que se ha convertido en "pesadilla" debido al covid-19. Atrapado en un apartamento del distrito de Bagnoli, Di Paola se muestra "desesperado" por regresar a Gasteiz. "Me siento como en una cárcel. Estoy solo, tengo problemas de asma y ahora una dermatitis fruto de la ansiedad de la situación", asegura.

Tras el estallido de la crisis en el país transalpino abandonó el domicilio de su tía, ubicado más de dos horas de su lugar de trabajo, y alquiló un apartamento cercano a la pizzería donde trabajaba hasta que la cerraron para no exponerse "a un contagio cada día durante el trayecto" y evitar el riesgo de contagiar a su familiar "al ser una persona vulnerable por edad y patologías".

Lleva "desde el 9 de marzo" confinado. "He hablado con el consulado español, pero la solución que me dan es muy arriesgada: ir a Roma, primero en transporte público y luego en tren, y de ahí a Civitavecchia, donde coger un barco, si pasas el examen de temperatura". También barajó alquilar un coche e ir por carretera, pero "costaba más de 2.000 euros".