Cosechar un empate contra el Valencia en Mendizorroza, que a eso apuntaba el partido, no hubiera sido un mal resultado considerando la derrota del Leganés, pero el Deportivo Alavés no se conformó y encontró premio. Y menudo premio. Gracias a un gol de Joan Jordán de penalti en la recta final del encuentro, los babazorros sumaron tres puntos que bien pueden valer una permanencia o que, como mínimo, la encarrilan.

Tras las inesperadas rotaciones en San Mamés, fruto de los distintos problemas físicos, Eduardo Coudet no dudó en apostar por su once de gala para el trascendental duelo ante los che. Nahuel Tenaglia y Kike García volvieron a la titularidad y Antonio Sivera; Facu Garcés, Santi Mouriño, Manu Sánchez; Antonio Blanco, Ander Guevara, Jon Guridi; Carlos Vicente y Carles Aleñá completaron la propuesta del técnico argentino. 

Consciente de que se necesitaba más que nunca su aliento, la hinchada albiazul hizo resonar su voz en Mendizorroza desde el principio. El problema fue que el Alavés no supo traducir a su juego esa atmósfera tan favorable. El Valencia, aun errático en ataque, saltó al césped con las ideas claras y dominó los primeros minutos mientras los locales, demasiado nerviosos, se peleaban contra sí mismos por pasar del centro del campo.

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En imágenes: Ambientazo en el Alavés - Valencia (¡Búscate en las fotos!) DNA

El fútbol, sin embargo, es impredecible. Y quien más cerca estuvo de estrenar el electrónico fue el Glorioso. Mamardashvili se vio obligado a aparecer no una, ni dos, sino tres veces para evitar que los babazorros se pusieran por delante. Guridi, con la cabeza en una jugada a balón parado, dio el primer aviso y, ya con el equipo envalentonado, llegaron otras dos buenas acciones, una de Tenaglia y otra de Aleñá. Hacía falta una reacción así. 

Y ese fue el punto de inflexión de la primera mitad. A partir de ese momento, el partido estuvo mucho más igualado y, antes del descanso, el Alavés volvió a intentarlo por medio de un disparo lejano de Carlos Vicente. No hubo éxito, eso sí. Además, más clara fue la ocasión que tuvo como protagonista poco antes a Diakhaby, a punto de enviar el balón a la red de su propia portería. El meta georgiano volvió a ser decisivo ahí. 

Al intermedio se llegó con el empate a cero en el marcador y con la sensación de que fueron los babazorros quienes merecieron más pese a que el Valencia se sintiera más cómodo con la pelota. Lo más preocupante fue la banda izquierda, por donde Luis Rioja percutió con bastante libertad debido a los desajustes entre Manu Sánchez y Aleñá. Guevara, siempre sacrificado, tuvo que corregir varias veces para evitar daños mayores.

Ya en la segunda mitad, la narrativa fue similar, pero sin tantos acercamientos a la portería de Mamardashvili. Y esa calma, mezclada con tensión hizo que Coudet decidiera mover el banquillo: Joan Jordán entró en primer lugar, reemplazando a Guridi, y más tarde tuvieron también su oportunidad Carlos Protesoni (Blanco), Tomás Conechny (Aleñá) y Toni Martínez (Kike). Todos los cambios fueron hombre por hombre.

Y Jordán fue protagonista al poco de saltar al verde. El meta valencianista cometió penalti sobre Mouriño en la salida de un córner y fue el barcelonés quien tomó la responsabilidad y no perdonó desde los once metros (1-0, min. 79). No se la jugó a lo Panenka esta vez, si bien el georgiano acertó la dirección. Ya por delante, que era lo más complicado, solo quedaba aguantar, pero tampoco eso parecía tarea sencilla.

No lo fue, esa es la realidad. Los gasteiztarras lograron aguantar y acabaron la noche más cerca de la meta rival que de la suya, pero hubo momentos en los que Mendizorroza tuvo el corazón en un puño. El peor de ellos fue una jugada dentro del área que, afortunadamente, acabó con un remate demasiado centrado de Aarons. Ahora bien, si el Glorioso no ganara sufriendo, no sería el Glorioso. Esa es la esencia de este club.