La lógica le pesó mucho, tal vez demasiado, al Deportivo Alavés en su visita de este martes al Santiago Bernabéu. Los gasteiztarras fueron goleados (5-0) por el Real Madrid; pero, más allá del resultado, lo realmente frustrante fue el sentimiento de impotencia. Desde que Jude Bellingham, a quien siguieron Vinicius Junior (x2), Fede Valverde y Arda Güler, abrió la lata, el sueño de lograr una gesta en el feudo blanco se desvaneció por completo.

Luis García Plaza avisó en la previa de que habría un mínimo de cinco cambios en el once respecto al que arrancó el pasado viernes contra el Girona, y finalmente hubo siete. Jesús Owono, Abdel Abqar, Rafa Marín y Ander Guevara fueron los únicos que repitieron titularidad en un equipo al que entraron Andoni Gorosabel y Rubén Duarte en los laterales; Antonio Blanco e Ianis Hagi en el centro; y Álex Sola, Luis Rioja y Samu Omorodion arriba.

El Alavés saltó sin complejos al césped del Bernabéu, y así pudo comprobarse en los primeros compases del partido. Cuando aún varios seguidores rezagados buscaban su asiento en las gradas, Samu dispuso de una doble ocasión para marcar, aprovechando un despiste de la zaga local. Sus remates, sin embargo, fueron repelidos por Thibaut Courtois, igual de fiable bajo los palos pese a haberse perdido gran parte del curso por lesión. 

Ese arreón le permitió a los babazorros jugar en campo blanco en un principio, pero las tornas cambiaron muy pronto. A los diez minutos, en una acción que no parecía peligrosa en exceso, Toni Kroos envió un balón al área y allí apareció Bellingham para, con un delicado toque, superar por encima a Owono y adelantar al Madrid (1-0). La posición del inglés, por cierto, tuvo que ser revisada por el VAR, pues a punto estuvo de caer en fuera de juego.

A partir de ese momento, los de Carlo Ancelotti tomaron la posesión y, gracias a ella, pudieron merodear constantemente el área babazorra. No generaron apenas ocasiones, lo cual fue llamativo, pero las pocas que tuvieron fueron muy determinantes. Cerca de la media hora, Abqar se quedó colgado, habilitando el pase de Bellingham a Eduardo Camavinga, y este último asistió a Vinicius para marcar a placer el segundo tanto de la noche (2-0).

El mismo desenlace tuvo un latigazo de Valverde al borde del descanso (3-0) y poco más, en realidad, dio de sí el primer tiempo. Pese a que el Alavés se mostró voluntarioso, buscando salir al contragolpe siempre que pudo, el Madrid dio la sensación de principio a fin que, incluso a medio gas, tenía el partido completamente controlado. Tocó y tocó, se defendió sin apuros y castigó cada uno de los huecos que dejaron los albiazules atrás. 

SIN SORPRESAS TRAS EL DESCANSO

Ya en la segunda mitad, el guión no varió demasiado, si bien los gasteiztarras sí que vieron más opciones para probar a Courtois. Fue Hagi, en concreto, el futbolista del Glorioso que más activo estuvo sobre el césped y más veces buscó la portería blanca. Un fuerte zurdazo suyo, cerca del minuto 60 y después de un control de mucha calidad, fue probablemente la mejor ocasión visitante durante esa agotadora hora de juego

Para tratar de dar un plus a su equipo, Luis García empezó a mover el banquillo poco después de esa oportunidad del rumano. Nahuel Tenaglia, Jon Guridi y Xeber Alkain fueron los primeros en entrar como revulsivos, en lugar de Gorosabel, Guevara y Sola, y a estos tres se les sumaron más tarde Joaquín Panichelli (Hagi) y Abde Rebbach (Samu). Ninguno de ellos, eso sí, pudo tener el protagonismo deseado. 

Ya en la recta final de la contienda, el Alavés hizo todo lo posible por encontrar el gol de honor, pero no lo encontró y, por si las tres dianas mencionadas no eran ya suficientemente dolorosas, el Madrid marcó otras dos casi por inercia -Owono salvó alguno más-. Obra de Vinicius fue el cuarto y Güler se encargó del quinto. Una noche para olvidar que, al menos, no tiene consecuencias, pues el objetivo ya está cumplido.