Las dos últimas actuaciones del Deportivo Alavés han sido un placer para los sentidos. Tanto en el partido frente al Atlético de Madrid de la pasada jornada como en el de la vigente contra el Celta, los babazorros han mostrado gran valentía y, a través de la misma, han hecho disfrutar a lo grande a Mendizorroza, hasta el punto de que muchos hinchas se están lamentando de que el curso vaya a terminarse cuando más está brillando su equipo.
Lo anterior ha sido posible, según ha manifestado Luis García Plaza en sus últimas comparecencias, gracias a que todos los integrantes de la plantilla albiazul han aportado su granito de arena a la causa; pero, si hay alguien que ha personificado la tremenda reacción del Glorioso, la cual debería ser suficiente para cerrar pronto la permanencia, ese ha sido Carlos Benavídez. Y eso que su situación, cabe mencionar, no era para nada sencilla.
El mediocentro uruguayo, y otros tantos de sus compañeros, ha demostrado lo que es ser un buen suplente. Pese a no disfrutar durante la temporada de todos los minutos que le gustaría, ‘Charly’ no ha bajado el ritmo en el día a día y eso, precisamente, es lo que le ha permitido rendir al cien por cien cuando ha llegado su momento. No resulta extraño, vista su filosofía de trabajo, que ya sea uno de los capitanes aun llevando solo dos años en el Alavés.
Ante el Celta, en concreto, Benavídez volvió a aportar músculo, energía e intensidad al centro del campo y, además, dio un paso al frente en la distribución de juego, que era lo que le faltaba. Fue, detrás de Andoni Gorosabel (32), el segundo babazorro que más pases realizó (31) y con un acierto reseñable (77,4 %). Algo que, sumado a su buen hacer defensivo, le hizo ganarse el MVP –no para LaLiga, que eligió a Giuliano, pero sí en las estadísticas–.
Tampoco debe olvidarse, claro está, su inesperada faceta de goleador. Con sus tantos al Atlético y al cuadro celeste, el uruguayo se ha posicionado ya como el tercer máximo artillero del Alavés en el campeonato doméstico, solo superado por Samu Omorodion (8) y Luis Rioja (5) –e igualado por Kike García (3)–. Y lo ha logrado, por cierto, con registros diferentes, disparando desde la frontal en uno y cabeceando dentro del área en el otro.
EN EL MOMENTO CLAVE
Su irrupción, asimismo, sirve como muestra de lo fundamental que es la labor de los psicólogos en el mundo del fútbol. En su reciente entrevista con este periódico, Benavídez admitió que había trabajado mucho con Emilio Ibáñez, para así “saltar con menos revoluciones al césped”, y lo cierto es que ese punto extra de calma le está beneficiando tanto en ataque como en defensa. Mantiene su esencia, pero sin ser amonestado en cada choque.
No es menos cierto, por otro lado, que el paso al frente del charrúa ha llegado en el mejor momento. Ander Guevara necesitaba descanso después de haber jugado todo a lo largo del curso –venía de lo contrario en la Real Sociedad– y, si bien son diferentes, ha tenido un relevo ideal. Lo mismo ha sucedido, cabe destacar, con Luis Rioja, a quien ha reemplazado un sobresaliente Giuliano Simeone, titular indiscutible ahora mismo.
En vista de lo comentado hasta ahora, resulta difícil no pensar que Benavídez vaya a ser un valor importante del Alavés en los próximos años. La apuesta por él fue grande la temporada pasada, cuando llegó a Vitoria-Gasteiz después de dos lesiones muy graves en Argentina, y la misma se corroboró al conseguir el ascenso a la élite. Fue renovado entonces hasta el 30 de junio del 2026, protegido con una cláusula de 20 millones de euros.
La sala de máquinas al completo, en realidad, parece un seguro a medio-largo plazo, siempre y cuando, claro está, no llegue alguna oferta mareante a las oficinas del Paseo de Cervantes. Poder contar con futbolistas como Guevara, Antonio Blanco y Jon Guridi, aparte del propio uruguayo, es un lujo para un club como el Glorioso, quien no había destacado por su centro del campo, al menos a nivel de creación, en su anterior etapa en Primera.