Continúa la maldición del Deportivo Alavés con Osasuna (1-0). Pese a que los babazorros ofrecieron una versión bastante convincente y, al igual que su rival, generaron ocasiones suficientes para desequilibrar la balanza, fue Ante Budimir quien acabó decidiendo el derbi por medio de un potente latigazo en la recta final de la contienda. Allí, en El Sadar, se despidió el conjunto gasteiztarra de su condición de invicto a domicilio en 2024. 

Para afrontar la exigente visita al feudo navarro, Luis García Plaza volvió a dar continuidad en el once inicial a su guardia habitual, con la única novedad de Carlos Benavídez en detrimento de Antonio Blanco. De la convocatoria, eso sí, se tuvo que ausentar Rubén Duarte, uno de los dos afectados por el proceso de gastroenteritis del que había hablado el propio técnico babazorro. El andaluz no logró recuperarse a tiempo para la cita.

La primera mitad, tal y como se esperaba de una contienda así, estuvo protagonizada por la paridad entre ambas escuadras, quienes se repartieron la iniciativa de manera intermitente. Lo que, seguramente, no era tan fácil de prever es que fuera a ser tan accidentada: en apenas 20 minutos, Moi Gómez sustituyó Kike Barja, dolorido de la rodilla, y Nahuel Tenaglia tuvo que saltad al césped por Abdel Abqar, con un fuerte golpe en la cadera.

En cuanto a ocasiones, el primero en golpear fue el Alavés por medio de un remate raso de Carlos Benavídez desde fuera del área que despejó la zaga rojilla. David García, en un córner que cabeceó alto, respondió a esa oportunidad y, para ver las dos más claras, hubo que esperar a la recta final. Antonio Sivera apareció en su versión de salvador para despejar la rosca de Aimar Oroz y Samu envió poco después el balón al palo a centro de Luis Rioja. 

Ninguno de los dos equipos destacó por las florituras de su juego, pero tampoco les hizo falta para levantar a los aficionados de sus asientos. Aunque tanto gasteiztarras como pamplonicas acusaron su falta de efectividad, ambos hicieron méritos para adelantarse en el marcador, ofreciendo así un duelo bastante entretenido. En vista de lo anterior, puede decirse también que las tablas al término de los 45 minutos hicieron justicia. 

En el Alavés, eso sí, se echó en falta algo más de verticalidad por parte de sus extremos. Aparecieron alguna vez, eso es cierto, pero ni Rioja ni Sola estuvieron tan activos como el grupo necesita. Algo que, probablemente, influyó en los dos primeros cambios no obligados de la noche. Tras el paso por los vestuarios, Carlos Vicente saltó al césped en lugar del atacante donostiarra y, al mismo tiempo, Kike García ocupó el sitio de Jon Guridi. 

Ya en la segunda mitad, el dinamismo del juego no varió en exceso y, sin embargo, la producción ofensiva sí que bajó sobremanera hasta el minuto 70. En ese momento, Osasuna pisó el acelerador, obligando de nuevo a Sivera a intervenir -esta vez a un buen intento de Rubén García-, y ese arreón despertó de forma inmediata al Glorioso, quien respondió a través de Samu, asistido por Rioja en una de sus habituales jugadas al contragolpe.

Para tratar de dar un plus a su equipo, Pedro Rostoll dio entrada a Giuliano Simeone en la punta, la cual abandonó el mencionado delantero melillense; y, sin tiempo para surtir efecto, el Alavés recibió un duro golpe: Budimir, el hombre de la máscara y principal amenaza, adelantó a los locales gracias a un potente latigazo desde fuera del área (1-0). Nada pudo hacer Sivera, por cierto, para evitar el tanto del desequilibrante ariete croata. 

Llegados a la recta final, Ianis Hagi sustituyó a Rioja y los gasteiztarras fueron con todo en busca del empate, sin embargo, no encontraron la vía para poner en apuros a Sergio Herrara. Osasuna, más que conforme con el resultado, se centró en defender el resultado y, sin demasiados apuros, logró quedarse con los tres puntos. Ocho derrotas y un empate es el balance de los últimos nueve derbis entre albiazules y rojillos.