El Deportivo Alavés arrancó ayer el año natural con un mazazo en las postrimerías de su visita a la Real Sociedad cuando saboreaba ya los tres puntos. Pese a estar en superioridad numérica durante una larga hora de juego y lograr una mínima ventaja en el marcador después de que Luis Rioja materializase su lanzamiento desde los once metros poniendo fin a más de 470 minutos de sequía ante la puerta rival, el tiempo añadido volvió a servir como una cruel guillotina para la escuadra alavesa, que no encontró la fórmula para detener a tiempo el volcánico ataque txuri-urdin.
El excesivo tiempo de alargue decretado por un pésimo García Verdura, que llegó hasta los diez minutos de añadido, se convirtió en un vendaval de ocasiones por parte del anfitrión. Ante el constante merodeo y tal volumen de centros al área, el Alavés se limitó a achicar aguas para evitar a toda costa el tanto del empate. Lo evitó el poste a lanzamiento de Kubo antes del mazazo de Zubimendi.
La Real Sociedad, como es lógico, tiró de su amplio fondo de armario para tratar de embotellar al Glorioso en su propio área y, pese a estar con un hombre más sobre el verde durante una hora de juego, el Glorioso no supo amarrar el valioso botín en el feudo donostiarra que pudo haber roto la mala racha a domicilio.
El descuento, cruel
De nuevo y en la misma línea que en la reciente derrota ante el Real Madrid, el equipo se vino abajo en los últimos compases del encuentro. El vértigo y la entrada de atacantes como Sadiq y Barrenetxea hicieron mella en un Alavés que no fue capaz de sacar las garras en los momentos más críticos.
En una acción con poco argumento más que un envío aéreo hacia Sadiq, renacido como el indiscutible agitador del encuentro, la línea defensiva no fue todo lo solvente por primera vez en todo el partido y la caída del despeje llegó como un balón franco para Zubimendi, quien acabó fusilando de manera milimétrica la portería de Sivera.
El Glorioso volvió a recibir un jarro de agua fría cuando saboreaba la primera victoria lejos de Mendizorroza. Las expresiones de los jugadores albiazules tras el pitido final evidenciaron la gran oportunidad que acababa de desperdiciar el equipo en su visita a San Sebastián. Abatidos y con evidentes gestos de rabia en el rostro, quedó más que claro que el punto no acabó de satisfacer a un equipo que compitió con honores ante un coloso nutrido de futbolistas diferenciales, pero al que le faltó una pizca de fortuna y temple para acabar de redondear la noche.
Y es que el Alavés plasmó en el territorio guipuzcoano una de sus versiones más serias como visitante. El equipo quiso deshacerse de cualquier tipo de dudas generadas tras la cruel derrota ante el Real Madrid y dio la cara pese a las adversidades que condicionaron el once inicial. La presa, un rival de talla Champions League, no era nada sencilla para el Glorioso, que estuvo a pocos minutos de redondear la primera vuelta del curso.
El Deportivo Alavés, en palabras de Luis García, tiró de “casta y personalidad” durante su incursión en el Reale Arena. De hecho, la línea defensiva estuvo conformada por una pareja de centrales en circunstancias entre Marín y Tenaglia, pero lo cierto es que el argentino rubricó una de sus mejores actuaciones como albiazul. Acostumbrado a ocupar el lateral derecho, el ex de Talleres intervino de manera magistral en dos claras ocasiones de la Real Sociedad y dio señales de ser un jugador con más de cien partidos en sus espaldas como central.