No pudo ser. El Deportivo Alavés tuvo este martes, en su visita a Anoeta, la mejor oportunidad hasta ahora para conseguir su primera conquista a domicilio del curso, pero un gol de Martín Zubimendi en los minutos finales volvió a amargarle la noche. Un punto (1-1) sumaron los babazorros, quienes, con un futbolista más desde la primera mitad, se adelantaron en el marcador por medio de un penalti transformado por Luis Rioja

Para afrontar el regreso del parón navideño, Luis García Plaza introdujo dos novedades en su once respecto a la derrota frente al Real Madrid, y ambas fueron por obligación. Nahuel Tenaglia actuó de central en lugar de Abdel Abqar, quien ya había puesto rumbo a la concentración de Marruecos para la disputa de la Copa África, y Javi López recuperó la titularidad en el lateral izquierdo en detrimento del sancionado Rubén Duarte.

Durante los primeros compases del encuentro, el Alavés estuvo bien plantado sobre el césped de Anoeta. Asumió con naturalidad el dominio de la posesión de la Real y, siempre que recuperó el balón, trató de salir al contragolpe con velocidad, repitiendo una vez más la idea de anteriores compromisos a domicilio. Por desgracia, la entrada del nuevo año no hizo que se cubrieran las carencias ofensivas que habían lastrado al equipo anteriormente. 

Los babazorros, aun voluntariosos, volvieron a acusar su falta de eficacia en las transiciones y eso les impidió llegar con claridad a la meta defendida por Álex Remiro. Solo Jon Guridi, tras recuperar él mismo la pelota en la medular, fue capaz de plantarse en el área para probar al guardameta local, si bien Igor Zubeldia, en última instancia, desvió a córner el intento del mediapunta de Azpeitia. Samu Omorodion facilitó la acción con su carrera.

Donde, por el contrario, sí que hubo bastante más acierto fue en la parcela defensiva. Pese a que, como se ha comentado, los donostiarras llevaron la batuta del juego, el buen hacer de la retaguardia evitó que Antonio Sivera tuviera que aparecer durante la primera mitad. Mikel Oyarzabal, aprovechando un envío por encima de la defensa, dispuso de una ocasión clarísima para marcar, pero Tenaglia, en modo héroe, apagó el fuego.

La falta de oportunidades claras de gol, eso sí, no hizo que la contienda se pusiera muy a favor del Alavés. Superada la media hora de juego, y en un lanzamiento en largo de Sivera, Remiro calculó mal su salida y, en vez de dejarle a Abde Rebbach aventurarse hacia la portería, decidió tocar el balón con la mano, lo que acabó con su expulsión. Como ante el Madrid, los gasteiztarras volvieron a quedarse con un hombre más que su rival.

Ya en la segunda mitad, la Real saltó al césped de Anoeta mucho más convencida que el Glorioso en cuanto a sus opciones, incluso en inferioridad numérica. Ese ímpetu, precisamente, fue el que permitió a los de Imanol Alguacil disponer de su segunda ocasión clara de la noche; en una lanzamiento de esquina, Sivera salió muy inseguro y tuvo que aparecer Rafa Marín para, en la línea de gol, evitar el tanto de Oyarzabal de cabeza.

ESTRENOS Y PENALTI A FAVOR

Para tratar de darle la vuelta al guión, Luis García dio entrada a Carlos Vicente, que debutó, y a Kike García en lugar de Abde y Blanco, a quienes se sumaron después Giuliano Simeone (Samu), también de estreno, y Carlos Benavídez (Guridi). Gracias a esos cambios, el Alavés dio un paso al frente y, superado el minuto 70, encontró premio. Mikel Merino se comió el recorte de Ander Guevara y el árbitro García Verdura señaló el punto de penalti

Rioja asumió la responsabilidad, engañó a Marrero y puso por delante al conjunto babazorro en Anoeta. A partir de ese momento, el Glorioso cerró filas siempre que la Real recuperó la posesión y, cuando tuvo el balón, intentó calmar el ritmo del encuentro, aunque sin renunciar a salir al contragolpe. Ya en la recta final, hubo dos sustos y un duro mazazo.

Primero, el VAR tuvo que corregir un penalti señalado a favor de los donostiarras por una disputa entre Marín y Zubeldia; después Takefusa Kubo disparó al larguero; y, a falta de dos minutos para el final, Zubimendi no perdonó y colocó las tablas en el electrónico por medio de un remate raso (1-1).