El Deportivo Alavés continúa sin ganar lejos de Mendizorroza esta temporada, pero el empate cosechado este domingo en Son Moix bien podría valer lo mismo que una victoria. La gran actuación de Sivera, sumada al ejercicio de resistencia de sus compañeros, permitió a la escuadra gasteiztarra cosechar un punto y mantener distancias con un Mallorca que, tras una floja primera mitad, merodeó constantemente la meta visitante en la segunda (0-0).

Para la visita a la que un día fue su casa, Luis García Plaza optó por dar continuidad a los once futbolistas que tan buen rendimiento le habían dado días antes frente al Granada. Con Sivera en portería; Gorosabel, Abqar, Marín y Javi López atrás; Blanco, Guevara y Guridi en la sala de creación; Rioja y Abde como extremos; y Samu arriba, el técnico madrileño repitió alineación, de manera consecutiva, por tercera vez esta temporada.

Ya desde el pitido inicial, pudo apreciarse cuál iba a ser el plan a ejecutar por ambas escuadras. Vistas las intenciones del Mallorca, dispuesto a dominar la posesión y, con mucha intensidad, encerrar a los babazorros en su propia área, el Alavés priorizó mantener el orden defensivo y salir al contragolpe. Algo que le hizo sufrir ligeramente al principio, pero que, con el paso de los minutos, le permitió ir asentándose sobre el césped de Son Moix.

Tanto fue así que, si alguien pudo adelantarse en la primera media hora de juego, ese fue Glorioso. Pese a no llevar la batuta del juego, los gasteiztarras sí se mostraron con las ideas más claras que los locales y fue Rioja quien, por medio de un potente zurdazo desde la frontal, asustó por primera vez al guardameta Rajkovic. En esa misma jugada, además, Gorosabel intentó un centro-chut, muy envenenado, que terminó tocando en el larguero.

No hubo más ocasiones durante la primera mitad, pero lo cierto es que el Alavés se sintió cómodo en todo momento. Abqar y Marín, apoyados por Blanco, levantaron un muro atrás y, gracias a esa seguridad, el resto pudo buscar sin miedo la meta bermellona. Faltó, principalmente, más acierto en el último pase; aunque Samu, única referencia en ataque, recibió varios balones, nunca estuvo en una posición favorable para sacar provecho de ellos.

Sí sorprendió, por otro lado, la intensidad que puso el Mallorca en las disputas, en ocasiones excesiva. Figueroa Vazquez y sus dos asistentes dejaron sin castigo varias acciones cuando menos punibles de los baleares, pero, incluso así, el conjunto gasteiztarra no se desconcentró y siguió compitiendo. Aparte de crecer en el apartado futbolístico, los pupilos de Luis García también son más fuertes mentalmente a medida que avanza el campeonato. 

Hubo, cabe mencionar, dos pequeños sustos a lo largo de los primeros cuarenta y cinco minutos. Uno, menos grave, lo protagonizó Sivera, a quien tuvo que suministrar algún tipo de producto el banquillo, y el otro lo ocasionó Guridi. Al de Azpeitia se le quedó enganchada la rodilla en una acción defensiva a balón parado y, pese a que tuvo que ser atendido por los servicios médicos, acabó reincorporándose al partido sin problemas.

EJERCICIO DE RESISTENCIA

Tras el paso por los vestuarios, el Mallorca, fruto de su necesidad, dio un paso al frente y, durante varios minutos, ofreció mejores sensaciones que el Alavés. Ayudó mucho, en este sentido, el ingreso al césped de Larin. El atacante canadiense, fuerte y veloz,  fue el primer cambio de Javier Aguirre -en lugar del amonestado Sánchez- y, siempre que recibió la pelota cerca del área, generó incomodidad entre los defensores albiazules. 

En sus botas estuvo, precisamente, la mejor oportunidad de todo el encuentro. Aprovechando un muy buen envío profundo de Abdón sobre la hora de juego, Larin se plantó mano a mano con Sivera y fue el pie del portero alicantino el que evitó el 1-0. Para tratar de cambiar el guión, Luis García dio entrada primero a Sola (Abde) y después a Duarte (Rioja), Hagi (Guridi), Benavídez (Guevara) y Kike (Samu) modificando el dibujo a un 5-4-1. 

A través de las sustituciones, el Alavés intentó relajar el ímpetu del Mallorca, pero sin demasiado éxito. A los babazorros les costó mucho aguantar la posesión en la recta final de la contienda y, si sacaron un punto de Son Moix, fue gracias a su ejercicio de resistencia y, sobre todo, las intervenciones de Sivera. El de Jávea fue, sin lugar a dudas, el hombre decisivo de la tarde en el feudo balear.