Julián Cerdá Vicente, popularmente conocido como Juli, es el claro ejemplo de que no hace falta estar muchos años en un club para dejar huella en él. Su talento, pasión y, sobre todo, compromiso sobre el terreno de juego hizo que la afición de Mendizorroza lo considerase un alavesista más y así se lo ha vuelto a demostrar esta semana, con múltiples mensajes de cariño, a través de las redes sociales, al conocer la noticia sobre su retirada.
Ese afecto, además, es mutuo, y no hay nada más bonito. Aunque Juli, quien ha atendido la llamada de este periódico, admite haberse sentido a gusto en todos y cada uno de los equipos en los que ha estado durante su carrera, que han sido más de diez, no niega que el Deportivo Alavés siempre va a tener “un lugar especial” en su corazón. Formó parte, cabe recordar, del histórico ascenso a Primera División de la temporada 2015-16.
“El Glorioso es un club único, como su gente. He estado bien en todos lados, pero, si tuviera que elegir una ciudad para vivir, esa sería Vitoria-Gasteiz. Sinceramente, me enorgullece que, aun habiendo pasado ya bastantes años, me sigan recordando con tanto cariño. Significa que gustó lo que hice, y que la afición se sintió identificada con mi manera de entender el fútbol, siempre desde el trabajo y la humildad”, explica el alicantino.
Aquel Alavés, con José Bordalás a la cabeza, salió campeón de Segunda, por delante del Leganés y Osasuna –los otros dos ascendidos–, y lo hizo sin ser uno de los favoritos, tal y como recuerda Juli. Alcanzaron 75 puntos, el éxito se consumó en Mendizorroza, con goles de Manu García y Raúl Carnero, y se cerró así el círculo del resurgir albiazul. Ese que arrancó con Natxo González en Segunda B, que continuó en Jaén y acabó el 29 de mayo del 2016.
“Nunca olvidaré el 16 de julio (2015). Fue el primer día de pretemporada y acudió un montón de gente a Ibaia, con bengalas y demás, para animarnos. Al final del entreno, Bordalás nos reunió a todos y nos dijo que íbamos a ascender. Alucinamos, claro. Veníamos de una campaña normalita y, salvo por Gaizka Toquero, lo cierto éramos cuatro amigos en comparación con otros equipos hechos a base de talonario”, relata el siete babazorro.
Además, a esa creencia de que la plantilla del Alavés no era tan potente como otras, se sumó una pretemporada que Juli califica como “horrorosa”, con una sola victoria en todo el verano. “La dinámica no era positiva, pero el inicio del campeonato cambió todo. Ganamos en Huesca, hicimos lo propio en Mendi contra el Oviedo y, aunque vino un pequeño bajón, luego tomamos carrerilla y nadie nos bajó de ahí arriba”, añade sobre el tema.
Su única espinita con el Glorioso, si bien él comenta que no existe tal, es que no llegó a debutar en la máxima categoría. Con la marcha de Bordalás y la llegada de Mauricio Pellegrino, el club hizo una limpia casi completa del plantel del ascenso y tuvo que dejar Vitoria. “Me hubiera encantado jugar en Primera, pero tengo la conciencia tranquila. Yo hice todo lo posible por llegar hasta ahí, y eso es lo importante. No es fácil”, manifiesta.
Aún a día de hoy, como hacen muchos exjugadores, Juli está pendiente de las travesías del Alavés por la élite y, ya desde un nuevo prisma, le gusta lo que está viendo del equipo: “Lo sigo mucho, la verdad. Tanto por el cariño que le tengo al club como por Luis García y su cuerpo técnico, que son de aquí al lado (Altea). Creo que están yendo de menos a más y, si aprovechan su buen momento de forma, van a tomar una buena ventaja”.
SU NUEVA ETAPA
Sobre su retirada, a los 42 años, Juli explica que no era lo planeado, al menos esta temporada, pero que las circunstancias le han hecho acelerarla: “Seguía sintiéndome bien como futbolista, y por eso empecé el curso con el Ontinyent, pero la llamada del Alcoyano para incorporarme a su cuerpo técnico me hizo cambiar de rumbo. De un día para otro me tocó hablar con el club, valorar y hablarlo todo con mi familia y tirar para adelante”.
En esta “ilusionante” etapa como segundo entrenador en El Collao, el exalbiazul quiere aprender lo máximo posible y, poco a poco, ir dando pasos para desarrollar su carrera en los banquillos, para lo que lleva formándose varios años. “Quiero ser un míster humilde, trabajador y que siempre vaya de cara. Futbolísticamente hablando, siempre me ha gustado tratar bien el balón, si bien nuestra labor es adaptarnos a los recursos disponibles”, concluye.