El Deportivo Alavés estuvo cerca de lograr la gesta en la visita al estadio Lluis Companys. El conjunto vitoriano, sin complejos y fiel al plan establecido, fue superior al rival durante la primera mitad, pero se vio penalizado por la falta de efectividad y un segundo tiempo desordenado en el que el Barcelona hizo valer su superioridad técnica.

De hecho, la renta de 0-1 al descanso pudo haber sido mayor para el Alavés. Samu Omorodion, encargado de abrir la lata a los 18 segundos, se fabricó varias ocasiones claras para poder insuflar más oxígeno y castigar al rival, pero no encontró la manera de enviar sus disparos entre los tres palos.  

El partido comenzó de la manera soñada para los intereses albiazules. Sin llegar al primer minuto de juego, Guridi lideró un contragolpe hasta el área rival tras un robo a Gundogan, encontró a Javi López en el carril izquierdo y este envió un pase medido al joven Omorodion, que batió por debajo de las piernas a Ter Stegen.

Media hora brillante

El Glorioso no sintió el pánico escénico tras adelantarse en el marcador. Y es que los primeros 30 minutos del equipo de Luis García fueron de matrícula de honor en todos los aspectos del juego. La línea defensiva detuvo el poderío de los diferenciales atacantes culés y el centro del campo demostró una aplastante madurez a la hora de hilvanar conexiones.

El trivote compuesto por Guridi, Guevara y Blanco brindó al Alavés calidad y criterio en la sala de máquinas, además del consabido rigor táctico para minimizar el dominio de Pedri en la medular.

Sin embargo, el Deportivo Alavés se volvióa dar de bruces con la falta de contundencia en las dos áreas. La efectividad goleadora se ha convertido en la criptonita del Glorioso, que necesita generar numerosas ocasiones antes de ver portería. Ayer, el equipo de Luis García tuvo tres claras en las botas de Omorodion y otra en las de Abqar. 

Samu Omorodion fue la mayor amenaza del Alavés en el primer asalto. Gracias a sus condiciones físicas fue capaz de generar ocasiones, una de ellas el mano a mano ante Ter Stegen tras forcejear con Koundé, pero no logró la puntería demandada en sus definiciones. De hecho, en otra solitaria carrera hacia la meta rival, el delantero melillense ni siquiera envió entre los tres palos su lanzamiento.

La falta de puntería dio alas al Barcelona, que hizo méritos como para encajar más goles antes del descanso. No en vano, Xavi introdujo a refrescos ofensivos en el inicio de la segunda mitad y esto mismo acabó embotellando al equipo vitoriano.

Desvanecidos

El Deportivo Alavés dijo adiós a la ligera renta adquirida en la primera mitad tras un zarpazo de Lewandowski a los ocho minutos del segundo asalto. El ariete polaco, que hasta el momento estuvo bien defendido por Abqar y Marín, realizó un testarazo de muchos quilates para propiciar el bajón en el conjunto vitoriano.

Tras el empate, la escuadra albiazul trató de detener el vendaval azulgrana, pero un nuevo error defensivo, en esta ocasión una entrada a destiempo de Abqar, provocó un penalti que Lewandowski no falló.

Con el 2-1 en el casillero, el Alavés creyó con firmeza en la posibilidad de sumar un empate, pero el despliegue físico y la personalidad del conjunto albiazul no fueron suficiente para paliar la falta de efectividad.