Que el inicio del campeonato no iba a ser sencillo para el Deportivo Alavés era algo conocido. La falta de incorporaciones en ataque, sumada a la lesión de Giuliano Simeone –y también a la breve pretemporada–, apuntaba a que el equipo de Luis García llegaría muy justo al Nuevo Mirandilla y así pudo corroborarse este lunes, cuando cosechó frente a un rival directo, como lo es el Cádiz de Sergio González, la primera derrota del presente curso

No obstante, si bien comenzar con una derrota no es plato de gusto de nadie, lo cierto es que la actuación de los albiazules no dejó un regusto tan amargo entre los aficionados, sobre todo, teniendo en cuenta las circunstancias. Quedó demostrada la necesidad de mejorar la parcela ofensiva, eso es evidente, pero también pudo comprobarse que más atrás, en la retaguardia, hay razones para confiar en que se va a crecer con el paso de las jornadas.

En un estreno en el que la sala de máquinas, que ha sido la zona más reforzada este verano, no pudo brillar por distintas razones, sí que cumplió la defensa. Salvo en el gol a balón parado de San Emeterio, donde el Alavés pecó de novato, la realidad es que el Cádiz apenas intimidó a Antonio Sivera. Así, sin ir más lejos, lo señalan las estadísticas del choque: solo dos ocasiones claras para la escuadra amarilla en los más de 100 minutos de partido. 

Esto último fue la consecuencia de que, tanto individual como colectivamente, la zaga gasteiztarra cumpliera notablemente con sus labores. Empezando por Abdel Abqar, quien dio muestras de, pese a su inexperiencia al más alto nivel, estar más que preparado para competir y crecer aún más en la élite, y siguiendo con un recién llegado como Rafa Marín. Y eso que ambos arrancaron muy nerviosos, aunque lo contrario hubiera sido extraño.

Rafa Marín disputa un balón con Chris Ramos durante el Cádiz-Alavés del lunes. Román Ríos (EFE)

Uno y otro fueron de menos a más, igual que el propio equipo, y mostraron su mejor versión en el momento que Luis García volvió a dibujar la línea de cuatro defensores. Mientras que el marroquí destacó por su buen posicionamiento y velocidad para interceptar cualquier balón a la espalda o dividido, al sevillano se le vio atento, y eficaz, para saltar al corte, además de que demostró su notable capacidad con el balón en las botas. 

Tampoco estuvo nada mal, eso sí, Aleksandar Sedlar. Actuó en el centro de la retaguardia, la cual formaron cinco futbolistas, y no se le vieron las costuras por el salto de categoría, si bien, cabe mencionar, le condicionó bastante la tarjeta amarilla. Hay que observar si, en las próximas jornadas, pesa más su veteranía o termina imponiéndose el talento creciente de Abqar y Marín, siempre y cuando se vuelva al esquema habitual. 

Sí sufrieron un poco más, tal y como se esperaba, Rubén Duarte y Andoni Gorosabel. El Cádiz enfocó su juego a las bandas e, inevitablemente, iban a ser superados en alguna ocasión, sobre todo, teniendo en cuenta las circunstancias. Al actuar como carrileros, su aportación ofensiva debía ser mayor y eso, en ciertos momentos, les hizo descuidar la banda –sin olvidar el hecho de que el de Mondragón llevaba muy poco tiempo con el equipo–.

Ahora bien, ambos ayudaron en ataque. El almeriense participó en la mejor acción ofensiva del Alavés de todo el partido, en la que tuvo que aparecer Ledesma para evitar el remate de Miguel de la Fuente, y el refuerzo veraniego, por su parte, dejó varios detalles interesantes a la hora de triangular con sus compañeros de la sala de máquinas. Algo que seguro irá a más en el momento que coja el ritmo de competición necesario. 

Todo lo anterior, como se ha comentado previamente, establece unas bases que deben servirle al equipo para crecer. El Alavés, al menos en Primera División, siempre ha funcionado partiendo desde unos buenos cimientos defensivos y, aunque parte de la retaguardia actual es inexperimentada, tiene aptitudes de sobra para, con confianza, rendir a un buen nivel y poder enfocarse así en mejorar ofensivamente, donde sí hay más trabajo.