El Alavés sufrió en sus carnes un duro golpe de realidad en la visita al Ciutat de Valencia. El Glorioso tenía la posibilidad de asestar un zarpazo clasificatorio y anímico a todo un rival directo, pero el castillo de naipes se vino abajo tras el menor soplido granota.

A remolque desde el pitido inicial, el Levante prácticamente no tuvo oposición durante una primera mitad impropia de un equipo que lucha por el ascenso directo. Los fantasmas del pasado reaparecieron en el Ciutat de Valencia, un estadio de infame recuerdo para la afición albiazul. Y es que a los cinco minutos, el Alavés regaló el primer gol de la velada a un rival que superó a los vitorianos en cada acción que pertenece al “otro fútbol”. La dureza física del conjunto levantinista y el orden de los de Calleja privaron al Alavés de exhibir su característica soltura en el último tercio del terreno de juego.

Un accidente en el quinto minuto de la contienda cambió radicalmente el guión del partido. A la escuadra vitoriana, que le interesaba bajar las revoluciones de un Levante volcado en ataque, todo se le puso cuesta arriba tras un desafortunado error de Blanco en el despeje. El propio técnico babazorro ya predijo en la previa que el Levante apostaría por un “fuerte arranque”de partido, y nada más lejos de la realidad, el primer golpe noqueó a los vitorianos.

Otra visita sin premio

El Glorioso se vio penalizado por su falta de poso y madurez a la hora de afrontar un duelo de tal envergadura. Si bien es cierto que los de Luis García apenas han temblado durante este curso en Mendizorroza, la versión mostrada en el Ciutat suscita varias dudas en cuanto al techo que puede llegar a alcanzar el equipo. De las nueve derrotas sufridas por el Alavés durante esta temporada, ocho de ellas han sido lejos del estadio del Paseo de Cervantes. Sin lugar a dudas, el principal hándicap de la escuadra vitoriana.

En una tarde en la que Sivera se encargó de minimizar los daños, el Levante hizo valer su poderío físico para neutralizar a un Alavés de nuevo impreciso con el balón. Si el furor de la parroquia levantinista ya se hizo notar con el primer tanto, los de Calleja aprovecharon su altura para aumentar la ventaja tras un saque de esquina. Sin antídoto ante los centímetros de Wesley, el Glorioso enfiló el túnel de vestuarios preso de sus temores.

Y es que los de Luis García apenas encontraron una fase del partido en la que ser los verdaderos protagonistas con el esférico. El Alavés, caracterizado por su espíritu camaleónico para adaptarse a cada circunstancia, no dispuso de sus cabalgadas en los carriles ni de su finura en el último pase.

Dado el bloqueo anímico de la escuadra vitoriana, el técnico albiazul agitó el árbol poco antes de alcanzar la hora de juego. Villalibre, partícipe del triple cambio realizado por Luis García, tuvo la ocasión más clara del partido a través de un cabezazo que no vio portería. Un error inusitado en el vizcaíno, puesto que el acierto en el remate es su principal virtud. Más allá de que el Alavés tuviera más presencia en el área rival, el Glorioso concluyó la visita al Ciutat de Valencia con cero disparos entre los tres palos.

Después de recibir un jarro de agua fría en la pugna por el ascenso, el Alavés se mide el próximo viernes en Mendizorroza a un Granada con el que no se puede fallar. No hay duda de que la única manera de despejar las dudas es firmando tres puntos y ofreciendo una actuación fidedigna ante un rival directo que también lucha regresar a la máxima categoría.