Perder cinco partidos a lo largo de la primera vuelta no es algo por lo que llevarse las manos a la cabeza; sobre todo, teniendo en cuenta que el Deportivo Alavés está compitiendo en una de las ediciones de la Segunda División más exigentes de los últimos años.

Esa en la que, tal y como se puede observar por medio de los resultados que se dan cada fin de semana, la vitola de favorito no existe, o tiene muy poco valor, y cada punto requiere de un derroche físico y mental excelso, el cual es casi imposible de mantener con regularidad.

No obstante, lo que está generando preocupación en Mendizorroza, donde, eso sí, la fe en Luis García Plaza es plena, no son esas cinco derrotas, sino la manera en la que se han producido.

Las cuatro últimas han sido consecutivas, en una mala racha que aún perdura, y la imagen del Glorioso, claramente inferior en tres de ellas, no ha estado a la altura de lo que debe ofrecer un candidato al ascenso. Algo que se podía esperar, pues todos los equipos pasan por baches durante el curso, pero, de nuevo, no de forma tan brusca.

Y es una pena, en realidad, pues el rumbo que había llevado el Alavés en las 17 primeras jornadas, mediante las que sumó los 34 puntos que alberga su casillero, había sido espectacular. Tanto que, si se echa un vistazo a los anteriores ascensos babazorros, se puede apreciar que el técnico madrileño y sus pupilos tuvieron a su alcance registrar una de las mejores primeras vueltas del club en la división de plata, lo cual habría supuesto dar un importante golpe sobre la mesa en la pelea por regresar a la máxima categoría.

Al frente de esa lista de puntuaciones, en concreto, se encuentra Chuchi Cos. Gracias a una plantilla muy por encima de la media, con jugadores como Bodipo, Nenê o Astudillo entre otros, el preparador cántabro alcanzó los 42 puntos en las primeras 21 jornadas de la campaña 2004-05. Un dato que le sirvió al conjunto gasteiztarra para ser campeón de invierno, pero no para tener una segunda mitad de temporada plácida, puesto que tuvo que esperar hasta la penúltima fecha del campeonato para certificar su vuelta a la élite.

El segundo puesto, de ese mismo ranking, lo mantiene José Bordalás. El alicantino, último entrenador en llenar, y colorear de albiazul, la Plaza de la Virgen Blanca, también llegó al ecuador de la competición con su equipo en lo más alto de la tabla y para ello necesitó 39 puntos. Es decir, los Manu García, Pacheco, Toquero, Kiko Femenía, etcétera sumaron cinco unidades más; y eso que, como dato curioso, aquel Alavés, correspondiente al ejercicio 2015-16, había perdido un partido más que el actual a estas alturas.

Por último, cerrando el ilustre podio del que se quedan fuera los dos primeros ascensos a la élite (1929-30 y 1953-54) por el particular formato que tenía la categoría de plata entonces –mucho más breve–, está el Glorioso del histórico José Manuel Esnal Mané, también campeón de invierno, con 38 puntos (1997-98).

Precedente casi idéntico

A raíz de lo anterior, se puede sacar en claro que, si Luis García logra el objetivo esta temporada, lo hará con una primera vuelta peor que la de sus predecesores. Algo que, casualmente, intentó sin éxito el entrenador del último rival albiazul en liga: Pepe Mel. El preparador madrileño encabezó el banquillo del Paseo de Cervantes en el curso 2003-04 y, al término de la primera vuelta, registró nueve victorias, siete empates y cinco derrotas; esto es, un desempeño idéntico al de su compatriota.

Aquel Alavés de Mel, también recién descendido de Primera, acabó la campaña con 74 puntos y se quedó a solo dos del ascenso directo, que se decantó en favor del Levante, el Getafe y el Numancia. Y esta última es, sin ir más lejos, la mayor diferencia entre ambos ejercicios; el hecho de que, en la actualidad, solo dos contendientes ascienden de forma directa, mientras que los cuatro siguientes se debaten por la última plaza en una intensa promoción de ascenso que, sin ser lo ideal, también podría suponer una opción para los babazorros.