Este martes, en el partido que el Deportivo Alavés perdió (2-1) en Son Moix frente al Mallorca de Javier Aguirre -y con el que, además, dejó escapar la gran mayoría de sus opciones de continuar en Primera División-, Julio Velázquez al fin se decidió a cambiar el plan que había dejado José Luis Mendilibar antes de abandonar el barco babazorro. Algo que, desde que se anunció su fichaje, esperaba con ansia el aficionado albiazul, cuya esperanza en salvar los muebles pasaba por modificar la idea por la que había optado hasta ese momento el técnico de Zaldibar.
En concreto, y al contrario que en sus dos primeros encuentros dirigiendo al conjunto gasteiztarra, el entrenador salmantino priorizó dotar de talento y juventud al centro del campo por medio de Manu García, quien, durante la reciente victoria (1-0) ante el Rayo Vallecano en Mendizorroza, había dejado buenas sensaciones; y, en consecuencia, se vio modificado el dibujo táctico hacia un 4-3-3 que señalaba a Joselu Mato como la única referencia ofensiva clara del equipo.
Pues bien, el centrocampista asturiano, de nuevo titular trece partidos después -la última vez que apareció en el once inicial fue en el empate (0-0) contra el Athletic del pasado mes de enero-, tomó la batuta en la distribución y, aunque perdió algún balón en zonas comprometidas, trató de dar coherencia, cualidad casi desconocida en el Glorioso, a las transiciones en ataque. En especial, mientras le aguantaron las fuerzas, puesto que, en la recta final del choque, sí es cierto que perdió pujanza y protagonismo.
No obstante, pese a que, con la presencia de Manu, se consiguió calidad en la medular y, por ende, buen trato de la posesión, la realidad es que no se obtuvo demasiado rédito de sus acciones. El ovetense se vio obligado a recular su posición con el objetivo de ofrecer una primera salida limpia -jugó más cerca de Mamadou Loum que de Joselu- y eso le impidió aparecer cerca del área bermellona, lo que redujo considerablemente la efectividad de las transiciones ofensivas babazorras.
Además, por si esto último ya no fuera motivo de preocupación suficiente, el Alavés tampoco fue capaz de generar nada interesante a través de sus hombres de banda. Una circunstancia que se lleva repitiendo bastante tiempo y que, tal y como se pudo ver en Son Moix, provoca que los vitorianos sean, incluso cuando dominan los partidos, muy poco peligrosos a la hora de merodear el área de los rivales. Porque, con tal superioridad en la segunda mitad, cualquier otro equipo de la zona baja hubiera sido capaz -o al menos hubiese estado más cerca- de remontar la contienda dicha contienda.
Ahora bien, que el experimento de apostar por el talento en el centro del campo no saliera como Velázquez esperaba, pues el resultado, que al final es lo importante, fue negativo, no significa que el asturiano no merezca continuidad. Sobre todo, cuando se trata del único integrante de la plantilla albiazul capaz de aportar cierto sentido al juego y de cambiar por completo la idea que los contrincantes tienen del Glorioso, aunque, eso sí, el técnico salmantino necesita encontrar la manera de que las cualidades de Manu tengan bastante más incidencia en ataque.
En esa misma línea, quien también podría dar algo diferente al Alavés y, sin embargo, no está teniendo apenas oportunidades es Toni Moya. El centrocampista extremeño solo ha disputado nueve minutos a las órdenes de Velázquez, cuya postura respecto a este es idéntica a la de Mendilibar; y, salvo giro inesperado de los acontecimientos, va a terminar la temporada siendo uno más entre los diferentes futbolistas albiazules que deben resignarse en el banquillo o en la grada.
De todas formas, su caso es diferente al de otros, ya que, al contrario que la gran mayoría de los descartados, Moya sí que ha sido importante a lo largo del curso -con Javi Calleja, especialmente-. Por desgracia para él, la llegada de Gonzalo Escalante en enero le restó opciones y tampoco ayudó que el preparador de Zaldibar no confiara prácticamente nada en él. Y eso que, cabe recordar, se trata del jugador con mejor pie a balón parado, donde apenas se está sacando rédito desde hace tiempo.