El Alavés afronta este domingo una nueva final en su particular lucha por la permanencia. Tras lograr dos empates en las últimas jornadas ante el Getafe y el Sevilla, la próxima visita del conjunto babazorro será a Anoeta, un estadio en el que históricamente el Glorioso no ha logrado cosechar buenos resultados y que tiene actualmente en Mikel Merino a uno de sus principales estandartes.

Proyectado como una de las joyas de Tajonar, el futbolista navarro recaló en las filas realzales en el verano del 2018 tras su paso por el Newcastle de la Premier League. Allí, en tierras británicas, Merino disputó 25 partidos en un curso en el que su rendimiento fue de más a menos. Sin embargo, la Real desembolsó cerca de 12 millones de euros para hacerse con un futbolista que, a pesar de la irregularidad que le lastró en sus etapas tanto en el Borussia de Dortmund como en el Newcastle, siempre había dado muestras de que podría consolidarse en la élite del fútbol.

De este modo, su llegada a Donosti aportó un gran salto de calidad a la plantilla de la Real. Necesitado de un futbolista capaz de ofrecer un despliegue físico, presencia en las dos áreas y buen criterio con el esférico, Mikel Merino se asentó a las mil maravillas en las filas guipuzcoanas. A pesar de que sus primeros meses no fueran los deseados debido a sus lesiones, cerró la temporada 2018-19 con unas sensaciones notables. Y es más, ese buen hacer en las últimas jornadas de dicho curso no fue más que el precedente de lo que sería su auténtica consolidación como ídolo txuri-urdin. De hecho, años después terminaría disputando la final de Copa ante el Athletic con una vértebra rota y siendo galardonado como el mejor jugador de aquel histórico partido.

El liderazgo del futbolista navarro es uno de los argumentos principales de que la Real Sociedad continúe como aspirante a asentarse en los puestos europeos. Merino es una pieza clave en el esquema de Imanol Alguacil, quien ha elogiado a su pupilo en más de una ocasión considerándolo como el “mejor jugador de la Liga”. Una valoración quizá arriesgada por las individualidades que se pueden encontrar en Primera, pero la realidad es que Merino es el futbolista más completo de la Real.

Su trascendencia en la plantilla realista va mucho más allá de las estadísticas. Salvo lesión, el canterano de Osasuna ha sido titular en todos los partidos de la competición doméstica y su nivel es de tal magnitud que no existe un sustituto de garantías. De este modo, Merino suele acompañar atrás al pivote, que está asignado a Guevara, Illarra o Zubimendi, y después hace lo propio arriba con David Silva o Rafinha en la mediapunta. A él le corresponde la noble tarea de realizar el constante ida y vuelta durante el partido.

A estas alturas de competición las características de Mikel Merino son de sobra conocidas en el mundo del fútbol. No en vano, cabe destacar que el centrocampista navarro, a sus 25 años de edad, se encuentra en una plena madurez que se traslada al terreno de juego. Además de asumir responsabilidades a la hora de romper líneas del rival, Merino es un futbolista generoso en defensa y con una gran clarividencia a través del pase. Ya en tareas defensivas, el canterano de Osasuna también es poderoso en el juego aéreo y en los duelos cuerpo a cuerpo.

En definitiva, el centro del campo del Alavés tendrá que mantener al máximo su nivel de atención con tal de frenar la creatividad txuri-urdin. Si bien la magia de Silva y el rigor defensivo de Zubimendi son claves para Alguacil, Merino es quien realmente reúne todas las condiciones físicas y técnicas que marcan la diferencia en la sala de máquinas de la Real Sociedad. No en vano, Mendilibar ha recuperado a Pina, por lo que aumenta el abanico de nombres para el eje babazorro.

El canterano de Osasuna recaló en las filas realzales en el verano de 2018 tras su paso por el Newcastle de la Premier League