Durante el mercado de fichajes estival, Javi Calleja y Sergio Fernández desarrollaron un plan cuyo objetivo no era otro que iniciar el cambio generacional que la plantilla del Deportivo Alavés había pedido a gritos a lo largo de la temporada anterior.

Para ello, se dejó marchar al gran capitán Manu García y se incorporaron, tanto en propiedad como mediante cesión, varios futbolistas jóvenes que, en principio, serían capaces de quitarle el sitio a los más veteranos y -por qué no- establecer las bases para el futuro del conjunto babazorro, el cual, lógicamente, se daba por hecho que sería con el técnico madrileño a la cabeza.

No obstante, los resultados no acompañaron a Calleja y este, siguiendo la estela de sus predecesores, se vio obligado a pasar por la inclemente guillotina del Paseo de Cervantes, que no cerró por vacaciones en Navidad. Entonces, José Luis Mendilibar cogió el timón del navío babazorro y, en ese momento, instauró una ley en la que todo el trabajo realizado en verano tendría más bien poco sentido, pues, desde ese 28 de diciembre hasta el sábado, cuando el Glorioso cayó en el Santiago Bernabéu, el vizcaíno ha dejado claro que la responsabilidad de sacar el curso adelante va a ser de quienes, en su día, fueron vacas sagradas.

Esto último se ha podido ver, especialmente, en el caso de Tomás Pina, por el que hace unos meses nadie hubiera apostado que volvería a ser protagonista y que ahora, sin embargo, ya se ha convertido en un titular indiscutible para el de Zaldibar.

Algo que, sumado a la llegada de un hombre de confianza como Gonzalo Escalante, ha dejado fuera de la ecuación a una de las revelaciones de la primera vuelta, Toni Moya; y a la, seguramente, apuesta más importante de la secretaría técnica para la medular: Manu García. Ambos, eso sí, de un perfil bastante diferente al de los anteriores.

Ahora bien, todo esto no ha sucedido únicamente en el centro del campo, donde ya parece haberse instaurado el trivote gracias al regreso de Mamadou Loum -espectacular, por cierto-. Salvo el lateral derecho, que lo ocupa un inexperto en el fútbol europeo como Tenaglia, todas las demás posiciones en el terreno de juego se las han apoderado -y nada indica que eso vaya a cambiar próximamente- futbolistas experimentados en la élite como Laguardia, Lejeune, Duarte, Jason, Rioja o Joselu.

EL BANQUILLO

Una prioridad que, eso sí, no se queda en el once inicial y va mucho más allá, ya que, si se echa un vistazo a quiénes son los favoritos de Mendilibar para relevar a sus titulares, uno se encuentra que los nombres más repetidos, y no por su rendimiento diferencial, son los de Edgar Méndez y Pere Pons, que, entre los dos suman, hasta once temporadas en Primera División.

En consecuencia, tal y como se ha mencionado previamente, los grandes damnificados han sido Moya y Manu, que, en las últimas cuatro jornadas, han sumado nueve y cero minutos con la zamarra albiazul, lo cual denota sobremanera la poca confianza que se tiene en ellos. Y también Facundo Pellistri, cuyo tiempo de juego desde que se fichó al entrenador vizcaíno se limita a la recta final del derbi entre el Alavés y el Athletic en Mendizorroza.

Por tanto, si no hay un giro de 180 grados en las próximas jornadas, la única duda de la plantilla gasteiztarra reside en los roles de Miguel De la Fuente y Manu Vallejo. En este sentido, el protagonismo de ambos dependerá mucho de si el de Zaldibar mantiene el trivote de aquí en adelante o si, por el contrario, este ha sido algo ocasional para los encuentros ante el Valencia y el Real Madrid, puesto que, pese a que ambos pueden jugar en banda, su posición ideal es al lado de Joselu, donde pueden sorprender a las zagas rivales entrando desde segunda línea y, de esta manera, generando espacios al ariete gallego.

De todas formas, al igual que en la medular, Mendilibar prefiere que los extremos sean para jugadores con mayor capacidad para sacrificarse defensivamente. Un aspecto en el que ni el atacante vallisoletano ni el gaditano destacan por encima de los que ya ocupan esas demarcaciones habitualmente.