A lo largo de cualquier camino siempre se presentan intersecciones que obligan a elegir la dirección de los siguientes pasos. Una elección no siempre sencilla pero cuya dificultad aumenta exponencialmente cuando la carretera por la que se circula está repleta de dificultades. En estas sendas sinuosas equivocarse supone afrontar unas duras consecuencias que, en muchas ocasiones, resultan imposibles de recuperar. Una situación en la que, desgraciadamente, se encuentra ahora mismo el Deportivo Alavés.

El conjunto albiazul sufrió el pasado sábado ante el Cádiz la enésima decepción de la temporada dejando escapar una victoria que tenía en la mano y cada vez recibe menos oxígeno a través de sus vías respiratorias. Son ya cinco jornadas consecutivas sin conocer la victoria las que acumula y su caída a puestos de descenso cada vez se aleja más de ser un accidente coyuntural para confirmarse como un grave problema estructural. Y es en esta delicada tesitura donde los responsables de la entidad del Paseo de Cervantes se enfrentan a una de esas disyuntivas que pueden resultar determinantes para teñir el futuro de uno u otro color.

El cruce ofrece dos alternativas claras y ambas comparten un mismo denominador común. Se trata, claro está, del hecho de tener al inquilino del banquillo como gran protagonista. A falta únicamente de once jornadas para la conclusión del campeonato y con El Gloriosoel club debe decidir entre redoblar su apuesta por Abelardo y mantener la confianza en el asturiano u optar por un nuevo cambio de rumbo brusco y encomendar la complicada tarea de certificar la permanencia a otro entrenador. Niguna de las dos, claro está, lleva implícita la garantía de éxito y esa es precisamente una de las cuestiones que complica todavía más la elección.

Una de las leyes no escritas del deporte profesional provoca que los cuerpos técnicos sean siempre los primeros en caer cuando se atraviesa una época de vacas flacas. Aunque normalmente la responsabilidad de las crisis ni mucho menos es exclusiva suya, resulta mucho más factible -y económico- llevar a cabo un relevo en el banquillo que cambiar a gran parte de la plantilla. Una norma que, en el caso del Deporivo Alavés, ya se llevó por delante a Pablo Machín tras la derrota en Cádiz (3-1) de la decimoctava jornada de Liga (el pasado 10 de enero).

Fue entonces cuando Abelardo aceptó el desafío de sentarse de nuevo en el banquillo local de Mendizorroza y tomar las riendas de una nave con problemas de flotabilidad más que evidentes. Desde entonces la situación, lejos de mejorar, ha empeorado significativamente y la entidad albiazul se encuentra ante la encrucijada de mantener la confianza en la capacidad del preparador gijonés para resolver los muchos problemas que tiene sobre la mesa u optar por un último cambio a la desesperada antes de que sea demasiado tarde.

Aunque resulta incuestionable a estas alturas que el crédito del Pitu cada vez es más reducido, el consejo de administración albiazul se ha decantado por el momento por la primera de las opciones. El pasado exitoso del asturiano al frente del Gloriosopesan todavía más que las urgencias por encontrar una reacción imprescindible.

Pese a que, desgraciadamente, no se ha traducido en victorias, la puesta en escena del equipo en sus dos últimos compromisos -ante Betis y Cádiz- ha evidenciado una mejoría y es a ese clavo ardiendo al que se agarran los responsables del equipo para mantener el rumbo actual. Una decisión a la que también ayuda que las importantes estrecheces económicas derivadas de la pandemia desaconsejen totalmente caer en nuevos gastos extraordinarios que además no ofrecen garantía alguna de aportar los resultados buscados.

Claro que, en cualquier caso, el depósito de la paciencia ni mucho menos es ilimitado y Abelardo está obligado a comenzar a ofrecer rendimiento de su trabajo para poder conservar su puesto al frente del grupo. En este sentido, el calendario no juega precisamente a favor del preparador asturiano. Porque el siguiente compromiso al que tiene que hacer frente el Alavés es nada menos que la visita al líder de la clasificación. Un Atlético de Madrid que no puede permitirse nuevos tropiezos si quiere evitar que se le complique extraordinariamente un título de Liga que parecía tener virtualmente asegurado semanas atrás y que es una de las bestias negrashistóricas del Glorioso.

De lo que suceda en el Wanda Metropolitano el próximo domingo, por lo tanto, dependerá en gran medida el futuro del técnico. Más todavía teniendo en cuenta que tras esa jornada habrá un parón de la Liga por los compromisos internacionales de las selecciones y esas dos semanas se presentan como un período idóneo para llevar a cabo la puesta a punto definitiva del equipo para encarar las diez últimas y decisivas jornadas del campeonato.

Un tiempo que la escuadra de Mendizorroza está obligada a aprovechar al máximo para reconducir un rumbo que, ahora mismo, parece conducir inexorablemente al fatídico descenso a Segunda División como único destino. Porque si no es capaz de contener la hemorragia que padece desde hace semanas resultará imposible evitar la debacle.

Los siempre tercos números no admiten discusión en este sentido. En las dieciocho jornadas en las que Pablo Machín estuvo al frente del equipo el Alavés sumó dieciocho puntos. Es decir, un 33% de los que se pusieron en liza. Desde que Abelardo se sentó en el banquillo, sin embargo, únicamente han subido al casillero albiazul cinco puntos más. Teniendo en cuenta que se han disputado nueve jornadas de Liga, supone un pobre balance del 18,5% claramente insuficiente para optar a conseguir la permanencia.

De momento, Abelardo sigue contando con la confianza de la directiva para dar la vuelta a este oscuro escenario pero si ese cambio no comienza a producirse de inmediato acabará siendo una víctima más de la implacable ley del fútbol.

Sancionado. El Deportivo Alavés tendrá el próximo domingo un duro examen visitando nada menos que al líder de la Primera División. El Atlético de Madrid, sin embargo, se presentará en ese encuentro con una baja importante en sus filas. El mediapunta portugués Joao Felix vio el pasado sábado en el duelo con el Getafe su quinta cartulina amarilla de la temporada y, en consecuencia, se perderá visita del 'Glorioso' por sanción. A pesar de no tener un puesto fijo en las formaciones iniciales de Simeone, la enorme calidad del joven luso le convierta un un elemento muy peligroso para cualquier rival. Claro que el conjunto rojiblanco -que no pasa por su mejor momento y solo ha ganado tres de sus ocho últimos partidos- no es el único que debe hacer frente a contratiempos significativos. Porque el Alavés acudirá al Wanda sin poder contar con sus dos pivotes titulares en las últimas jornadas -Tomás Pina y Manu García- por sanción.

El asturiano solo ha sumado cinco puntos en las nueve jornadas que se ha sentado en el banco pero conserva un voto de confianza

La visita al líder Atlético de Madrid del próximo domingo se presenta como un examen definitivo para su futuro