- Toneladas de fe. Pero también de fútbol. Esos fueron los convincentes argumentos con los que el Deportivo Alavés conquistó ayer una más que merecida victoria ante un rival directo como el Valladolid. Pero con ser importantes los tres puntos -vitales sin ninguna duda-, más trascendental todavía es que el equipo se reencontró con su mejor versión después de mucho tiempo y que por fin parece haber recuperado al hijo pródigo Porque el gallego fue, sin duda, el hombre que lideró un triunfo que debe ser la base de la reconstrucción albiazul y que devuelve la esperanza en el futuro.
Abelardo había anunciado en la previa del encuentro que, ante el Valladolid, el equipo necesitaría mostrar un juego diferente al de días antes en Getafe. Menos músculo y más dosis de seda. Sin embargo, la realidad es que el partido arrancó con un perfil muy similar al del Coliseum. Con dos conjuntos más preocupados de minimizar errores y no complicarse lo más mínimo la vida que de buscar la portería contraria. Es verdad, eso sí, que el Alavés se presentó con las líneas sensiblemente más adelantadas y asumió desde el arranque llevar la iniciativa de la contienda.
Con la presencia de Lucas Pérez de nuevo en el once titular -algo que no sucedía desde la decimocuarta jornada del campeonato-, Edgar Méndez recuperó su posición más natural en el extremo derecho y la pareja Tomás Pina-Manu García volvió a ser la apuesta de Abelardo para el doble pivote. En la retaguardia el asturiano prefirió no arriesgar con el tocado Laguardia -que se sentó en el banquillo- y mantuvo su confianza en Tachi como acompañante del francés Lejeune.
Con este dibujo clásico, el siete del conjunto vitoriano. Con ganas de reivindicarse desde el primer minuto, el gallego se multiplicó para descolgarse con frecuencia al centro del campo y ejercer de catalizador del fútbol del Glorioso. Pese a la estrecha vigilancia a la que le sometió el Valladolid, Lucas generó espacios entre las líneas blanquivioletas, consiguiendo que el juego se desarrollase casi exclusivamente hasta el descanso en la parcela pucelana.
Ese dominio no se tradujo en ocasiones claras para el cuadro local porque los pupilos de Sergio González cortaron los acercamientos albiazules con faltas antes de que alcanzaran zonas comprometidas. Y al Glorioso le faltó sacar rendimiento a alguna de las muchas acciones a balón parado de que dispuso. La solidez mostrada, no obstante, se convirtió en el mejor aval para afrontar la reanudación.
Un segundo tiempo que el Deportivo Alavés afrontó dando un decidido paso al frente desde el pitido inicial. El plantel gasteiztarra dejó claro a su oponente que no estaba dispuesto a dejar escapar una victoria que tenía marcada como imprescindible en su agenda y se lanzó a por su presa sin piedad. Intensificando la presión en el centro del campo para no permitir respirar al Valladolid, con llegadas por las bandas, con triangulaciones de calidad y apoyándose en el balón parado. El catálogo vitoriano en esta segunda parte mostró argumentos de todo tipo y, aunque tuvo que sufrir más de lo necesario, llevó al equipo hasta la ansiada recompensa.
Avisó primero Pina en un saque de esquina, después Lejeune obligó a lucirse a Masip en un lanzamiento de falta directa, Rioja no acertó más tarde a engatillar una volea cuando estaba solo en el área pequeña y por último Edgar no llegó a rematar un buen envío. El Alavés parecía estrellarse una y otra vez contra un muro invisible pero ni siquiera eso minó la fe de los locales. Y, por fin, en el minuto 65, una jugada iniciada por Lucas Pérez -presente en todas las acciones de peligro- concluyó con el gol de Joselu al rematar cruzado de primera un perfecto centro de Martín desde la derecha.
El muro vallisoletano por fin cedió y, a partir de ese instante, el vendaval albiazul resultó imparable. Lejos de proteger la renta y conformarse con lo obtenido, los de Abelardo pisaron a fondo el acelerador y buscaron sin descanso la portería rival. La goleada pudo ser de escándalo pero el meta pucelano y la falta de puntería en la definición provocaron que el Alavés no pudiese respirar tranquilo hasta que el colegiado señaló el camino de los vestuarios en el minuto 95. Fue el final de un partido redondo pero debe ser también el comienzo de un futuro que empieza a tener otro color.
Lucas Pérez
El gallego demostró por qué el equipo le ha echado tanto de menos hasta ahora. Comprometido y omnipresente en todas las acciones ofensivas, desequilibró siempre con su calidad.
Ximo Navarro
En un encuentro notable de todo el equipo en general, estuvo más apagado de lo habitual y se arriesgó en exceso a ver su segunda tarjeta amarilla. Cambiado por Martín.
1
0
Estadio Mendizorroza.
Árbitro Soto Grado (riojano).
Alavés
13. Sivera; 5. Laguardia; 21. Martín (59'); 26. Javi López; 6. Battaglia (81'); 20. Pere Pons; 17. Córdoba (59'); 24. Peleteiro; 18. Burgui; 29; Borja Sainz; 37. Pellistri; 14. Deyverson (91').
Valladolid
13. Roberto; 30. Miguel Rubio; 22. Nacho; 29. Oriol Rey; 14. Alcaraz (63') ; 19. Toni Villa (63'); 21. Míchel; 23. Waldo (78'); 27. Zalazar; 12. Orellana (78'); 3. Kodro (63').
1-0, minuto 65: Joselu. Lucas Pérez inicia una jugada en el centro del campo, se inventa un pase en profundidad para Martín en la banda derecha y el vitoriano ejecuta un centro perfecto que Joselu remata de primera superando a Masip con un tiro cruzado.
Amonestó a Tomás Pina (minuto 10), Ximo Navarro (minuto 40), Bruno (Minuto 42), Joaquín (minuto 47), Manu García (minuto 62), San Emeterio (minuto 82), Alcaraz (minuto 88) y Edgar Méndez (minuto 91).
Seguridad atrás El triunfo se construyó sobre la solidez defensiva como principal argumento. El equipo consiguió que el rival no se acercara ni una vez con peligro a Pacheco.
Lucas, determinante Es de largo el hombre de más calidad y cuando está 'enchufado' resulta casi imparable.