- Cuando la afición alavesista piensa en Balaídos, llegan a su mente muchos recuerdos, y todos ellos dolorosos. Puede que algunos hayan ya borrado de su memoria lo sucedido en el fortín del Celta de Vigo el pasado mes de junio; otros todavía tendrán pesadillas con el conjunto vigués. En cualquier caso, la mayoría de la plantilla tendrá tantas ganas o más que los seguidores de alzarse con la victoria el próximo domingo en Vigo, donde cayó derrotada por un estrepitoso y todavía punzante 6-0 hace seis meses, que significó la caída en depresión del conjunto babazorro en el tramo final del pasado curso.
La de Balaídos fue la derrota más sonada del Glorioso la pasada temporada. Ambos equipos peleaban por mantener la categoría en la jornada 30, la tercera después del confinamiento, aunque los gasteiztarras mantenían una posición más cómoda en la tabla y llegaban menos necesitados después de imponerse 2-0 a la Real Sociedad. Se notó que el Celta se jugaba mucho y pasó por encima de los visitantes con la fuerza de un tren de mercancías. Murillo abrió la lata al cuarto de hora con un cabezazo tras libre directo y una mano de Fejsa permitió que Iago Aspas pusiera el 2-0 en el electrónico desde el punto de penalti. Martin Aguirregabiria, fruto de la desesperación, fue expulsado por propinar un planchazo a Rafinha e hizo casi imposible la remontada.
A partir de ahí, los gallegos jugaron a placer y fueron hurgando en la herida del equipo entrenado por Asier Garitano. Rafinha se lució con dos golazos, uno por la escuadra desde el borde del área y otro de volea, Nolito metió el quinto tras un penalti cometido por Javi López y Santi Mina completó la goleada en un mano a mano contra Roberto Jiménez, que sustituyó a Pacheco. La derrota significó un punto de inflexión para el Alavés, que se vino abajo y encadenó una racha de seis derrotas consecutivas, contra Osasuna, Atlético, Granada, Valladolid y Madrid, que derivó en la destitución de Garitano y la llegada de López Muñiz para cambiar la dinámica.
Por fortuna, el equipo consiguió salvar la categoría, algo que no sucedió en la fatídica temporada 2008-09 en Segunda División. Celta de Vigo y Alavés se jugaban la vida en la antepenúltima jornada. El Celta se adelantó con un gol de Iago Aspas, Juanjo igualó el marcador y en el suspiro final Aspas marcó para certificar la permanencia de los locales. Tras aquella derrota, el Alavés no pudo salvar la categoría y fue condenado a jugar cuatro temporadas en el infierno de Segunda División B. El domingo tendrá la oportunidad de olvidar esos malos recuerdos y cortar la buena racha celeste.
Tras la derrota contra el Celta, el Alavés encadenó seis derrotas consecutivas que significaron la destitución de Garitano