Conmovedor despliegue defensivo, descomunal pegada adelante con dos puntas como Lucas y Joselu convertidos en sendos puñales para la pusilánime defensa merengue, inesperadas dosis de valentía y también algo de fortuna sobre la bocina con ese disparo de Isco que se estrelló en el larguero. Ni los más optimistas del lugar podían imaginar una supremacía alavesa de este calibre. No faltó ningún ingrediente en un partido para el recuerdo que tardará mucho tiempo en olvidarse.

A tenor de sus grandiosos méritos, habría sido injusto que al Deportivo Alavés se le hubieran escapado ayer dos puntos en el Alfredo di Stéfano. Y es que, con autoridad y personalidad a partes iguales, el equipo vitoriano consiguió su segunda victoria liguera de la historia a domicilio ante el Real Madrid. Esta vez no hubo que lamentar daños en los minutos finales y los pupilos de Pablo Machín encontraron la recompensa merecida a su valentía en la guarida de un firme candidato al reinado liguero.

Desde los compases iniciales se vio un visitante atrevido, capaz de mantener el balón con posesiones maratonianas ante la incredulidad generalizada y que, sobre todo, supo sembrar el terror en la tibia defensa de un Real Madrid que añoró como nunca a Carvajal y Ramos y en la que tanto Marcelo como Lucas fueron un coladero en las bandas. Tan solo la falta de puntería en los metros finales y el postrero tanto de Casemiro privaron al Alavés de llegar más desahogado al epílogo. Aprendió de los errores un forastero rocoso atrás, inabordable por arriba y que marcó con enormes dosis de sabiduría los tiempos de un partido teñido de color albiazul.

El Alavés concedió poco o nada atrás más allá de centros laterales que siempre fueron repelidos por Laguardia y Lejeune, con la ayuda de los dos mediocentros. Y cada vez que tuvo el balón en sus botas lo movió con gran criterio. Con el paso de los minutos, el equipo vitoriano también aprovechó el desorden de un Real Madrid que dejó infinidad de espacios para haber podido encajar una auténtica goleada.

Lucas, de nuevo con una versión reconocible, se movió como los ángeles entre líneas, Rioja fue un puñal por la banda izquierda y un imperial Joselu ganó con una facilidad inusitada todos los duelos aéreos frente a Casemiro, Varane y Nacho desahogando a un Alavés que llegó muy entero en la vertiente física a los minutos de la verdad. En definitiva, una actuación pletórica que sirve para ahuyentar posibles fantasmas relacionados con el descenso y refuerza la autoestima de un grupo con otra confianza.