Suele decirse que a grandes males grandes remedios y probablemente eso fue lo que pensó Asier Garitano en las jornadas previas a la visita de ayer a la Real Sociedad. Ante la incontestable evidencia mostrada en sus últimas comparecencias de que el Deportivo Alavés había extraviado en gran medida el rumbo por el que debía regirse, el preparador albiazul optó por dar un brusco volantazo en la búsqueda desesperada de la reacción. Ayudado también por el hecho de que el equipo disputará tres encuentros en apenas siete días, cambió por completo la cara del equipo.

De esta manera, la formación inicial que saltó al césped de Anoeta resultaba prácticamente irreconocible comparada con la que el domingo anterior visitó al Athletic. Nada menos que siete caras nuevas introdujo Garitano para tratar de sorprender a la Real Sociedad.

Una revolución en toda regla, que desgraciadamente, se demostró completamente inútil. Porque la triste realidad es que muy poco o nada de provecho sacó El Glorioso de esta operación renove. Salvo en la portería, los cambios afectaron a todas las líneas y, en algunos casos, de manera más que sorprendente. Y es que el entrenador guipuzcoano no se limitó únicamente a retirar algunas piezas del once inicial sino que directamente las envió a la grada.

Fue el caso, por ejemplo, de Luis Rioja, Ximo Navarro y Víctor Laguardia, que pasaron de arrancar el derbi contra el Athletic sobre el césped a quedarse fuera de la convocatoria ante la Real. Situaciones todas ellas no demasiado comprensibles. Porque el sevillano ha pasado en las tres últimas jornadas de la grada a la titularidad para volver a quedarse en la grada. Navarro, por su parte, disfrutó de sus primeros minutos del curso el pasado fin de semana tras superar su lesión muscular y, a las primeras de cambio, se convirtió en uno de los descartes. Y qué decir de un Laguardia del que es difícil encontrar el precedente de la última vez que se cayó de una convocatoria sin estar afectado por ningún problema físico.

El aragonés se ha ganado a pulso en los últimos años la condición de líder de la defensa albiazul y, sin embargo, ayer descansó dando la alternativa al debutante Magallán en un compromiso en el que el trabajo defensivo se presumía un examen de máxima dificultad ante una Real Sociedad de enorme calidad. Una prueba que el equipo, al igual que ante el Athletic, suspendió.

No fue el central argentino el único que se estrenó en el once inicial. También lo hicieron el irlandés Burke y el joven Borja Saiz, que ocuparon las bandas en detrimento de Aleix Vidal y Rioja. Junto a estos últimos también perdieron su sitio en el equipo titular Joselu, Manu García y Rubén Duarte, que había disputado todos los minutos hasta el momento. Lucas Pérez, Pere Pons y Adrián Marín fueron sus recambios pero el balance, al igual que en el resto de posiciones no mejoró.

Al margen de los cambios de nombres, el Alavés también planteó cambios en la forma de encarar la contienda y buscó comparecer con un perfil sensiblemente más ofensivo que en anteriores citas. Sin esperar tan replegado al rival y buscando salir en busca de la portería rival. Un objetivo que tampoco consiguió más allá de pequeños chispazos que no pueden considerarse más que fuegos de artificio. Y es que, desgraciadamente, la revolución que intentó ayer el Glorioso fue sofocada antes siquiera de nacer.