Vitoria - Tras la victoria ante el Huesca, el Deportivo Alavés se fue en quinta posición al último parón de la temporada y una ventaja considerable para pelear por disputar competiciones europeas por tercera vez en su historia. A la vuelta de ese descanso, les esperaban a todos los equipos tres partidos encadenados en una semana que se presentaban como decisivos para separar el grano de la paja. Este periplo terminó ayer para El Glorioso de la manera más cruel que se puede imaginar, perdiendo la victoria por un golazo del Leganés en el tiempo de descuento. Un empate ante el conjunto madrileño que supone toda la cosecha albiazul en una semana que tuvo un epílogo tan triste como sus dos capítulos anteriores, saldados con sendas derrotas ante Atlético de Madrid y Sevilla. El conjunto de Abelardo ha caído hasta la séptima posición -tal y como están las cosas, todo hace indicar que dicha plaza clasificará para la fase previa de la Liga Europa-, pero su renta con el octavo se ha desvanecido y se queda en dos puntos.
Pero peor aún que esas apreturas en la clasificación es la sensación que el Alavés ha transmitido de encontrarse ya en una situación límite. Y, dicho sea de paso, de tener también la fortuna en contra. Si en la primera vuelta acabó ganando unos cuantos partidos poniendo muy pocos argumentos sobre el césped, ahora esa tendencia se le ha vuelto en contra y ya no es capaz de resolver a su favor los encuentros igualados. La imagen de muchos jugadores tendidos ayer sobre el verde cuando marcó Jonathan Silva el gol del empate es el claro reflejo de un equipo que se encuentra ya prácticamente al límite.
Y es que la sensación en estos momentos es que la naranja que es la plantilla se encuentra exprimida hasta la cáscara y no se le puede sacar mucho más jugo. Hay futbolistas que acumulan mucho cansancio en las piernas por haber sido piezas insustituibles para Abelardo y en los últimos partidos su habitual fiabilidad ha bajado de manera evidente, lo que se ha notado de forma considerable en el rendimiento de un equipo que, ayer con fatalidad, está encajando muchos goles y tiene muy poca pegada. La única diana en esta serie de tres encuentros ha llegado de penalti, pero es que el cuadro albiazul está teniendo serios problemas hasta para crear ocasiones simplemente. Lo visto contra el cuadro madrileño ayer es el más claro ejemplo de ese rendimiento descendente del Alavés que, pese a no estar en su mejor momento, todavía puede pelear de sobra por Europa si consigue cambiar su tendencia última.