Vitoria - Una de las características que ha exhibido Abelardo en su etapa al frente del banquillo del Deportivo Alavés es la gran confianza que deposita en sus once jugadores titulares y su constancia a la hora de apostar por ese once inicial durante muchos minutos y siempre más allá de la primera hora de juego. Tanto que en ocasiones su tardanza a la hora de hacer cambios se hace exasperante y no pocas veces se puede señalar como uno de sus puntos negros. Por esa razón llamó tanto la atención que el pasado jueves decidiese dejar a Burgui en el vestuario en el tiempo de descanso. Un cambio del todo inexplicable para quien no presenciase el partido en Mendizorroza y siguiese con atención la desesperación del entrenador gijonés con la actitud de su pupilo a la hora de defender, una dejadez que le costó unas cuantas broncas y que acabó conduciendo a un relevo prematuro que solo se explica como un castigo por su indolencia y que le sirvió al entrenador alavesista para dejar claro a todo el mundo que el esfuerzo, el sacrificio y el compromiso con el equipo son cuestiones innegociables. Un aviso a navegantes, por si alguien no lo tenía claro.

Hace muchas semanas señaló El Pitu que él mismo se iba a encargar que nadie en el equipo se relajase en el caso de que el objetivo de la permanencia se consiguiese con cierto margen de tranquilidad. El jueves dejó claro que va a ser así y que quien piense en tomarse unas vacaciones adelantadas lo lleva crudo con el gijonés. Burgui cuajó una muy buena primera parte en el plano ofensivo y casi siempre que tocó el balón generó mucho peligro, pero se olvidó de que el campo tiene dos partes y que en este equipo nadie se puede escaquear del compromiso de ayudar al compañero.

A Abelardo, que suele ser un hombre bastante tranquilo en el banquillo, le llevaban los demonios. El extremo izquierdo extremeño no realizaba ayudas defensivas y por ese costado del campo, justo al lado de la zona de banquillos, se abrió en muchas ocasiones un enorme socavón que Rubén Duarte solo no podía contener. Brazos en alto, aspavientos y varias broncas, en la cercanía o en la distancia, viendo que su jugador se desentendía una y otra vez de las labores de contención y que se limitaba a esperar la ofensiva. La magnitud del cabreo fue de semejante calibre que el técnico asturiano no dudó a la hora de dejar a Burgui en el vestuario en el descanso para asegurar después en la rueda de prensa que fue un cambio “por decisión técnica” y que no existía impedimento físico para su continuidad. Un tirón de orejas en toda regla -ha sido la sustitución más tempranera de largo de Abelardo con la excepción de la lesión del propio Burgui en San Mamés- al futbolista y un aviso a navegantes a toda la plantilla de cara a un tramo final del curso en el que El Pitu quiere que se mantenga el ritmo competitivo como hasta la fecha.

San Romás, tres partidos Por otra parte, el Comité de Competición castigó ayer con tres partidos de suspensión al entrenador del porteros alavesista, Juan Miguel San Román, que el jueves fue expulsado por segunda vez esta temporada por protestas al árbitro y encararse con el banquillo del Girona.