Vitoria - La Primera División es una categoría que ofrece multitud de oportunidades a los equipos que pretenden permanecer en la misma y el Deportivo Alavés tiene ante sí la opción de subirse por enésima vez al último vagón que conduce hacia la salvación. Cada victoria supone un salvavidas que aporta una dosis inestimable de tranquilidad, pero lo que El Glorioso buscará esta noche es un segundo triunfo consecutivo que le permita dar un salto considerable en sus aspiraciones y, como mínimo, dormir con los mismos puntos, doce, que el primer equipo que en estos momentos se salvaría, el Deportivo de La Coruña. Después quedar fuera de la zona roja dependería ya del resultado del cuadro gallego mañana por la tarde ante el Leganés, pero eso no dejan ser cuentas de la lechera sin sentido alguno. Y es que, lo único relevante es lo que depende de uno mismo y no puede el equipo albiazul permitirse la osadía de seguir esperando malos resultados de los rivales directos sin antes haber hecho los deberes propios.
En el estreno de Abelardo como nuevo entrenador, el Alavés vivió uno de esos milagros que le ha dado por protagonizar con cierta asiduidad en los tiempos recientes. A la memoria del aficionado regresaron partidos históricos de años precedentes, aunque en aquellas ocasiones partidos de semejante dramatismo y emoción sirvieron para alcanzar cotas mayores que una simple victoria. Que el triunfo del pasado lunes no se quede solo en eso, en una simple victoria, es el objetivo de esta noche en un duelo con un rival directo como el Las Palmas ante el que se busca la segunda victoria consecutiva del curso y la cuarta en el global de la temporada. Tres nuevos puntos que permitirían mirar al futuro con unas dosis de optimismo de las que se ha carecido hasta la fecha por el desastroso primer tercio liguero que se ha firmado.
El triunfo en Girona, por las formas, es de los que suelen servir como volantazo dentro de temporadas que se pintan aciagas. Durante casi todo el partido, El Glorioso fue excesivamente parecido a su versión de siempre, sin colmillo en la ofensiva y con una defensa que siempre acaba cometiendo algún fallo grosero, cuando no son varios. Así fue hasta que el regente de Montilivi consiguió adelantarse por partida doble en el marcador. Nada nuevo bajo el sol, hasta que en ese justo momento, movimiento de banquillo mediante, llegó la catarsis albiazul con una remontada que queda ya para la historia, pero que solo será recordada en el futuro en el caso de que sirva para alcanzar un final feliz cuando llegue el mes de mayo. Y, para acercarse a ese objetivo, lo que necesita una victoria es encontrar continuidad con el encadenado de la siguiente de inmediato.
Previsibles cambios El Alavés apenas ha tenido margen para la recuperación desde el lunes hasta hoy viernes, pero con los ánimos renovados tras la última victoria seguramente las piernas pesarán menos. Más aún si se tiene en cuenta que son previsibles varios cambios con respecto al once que Abelardo planteó en su estreno. Seguramente, la alineación se parecerá mucho más a la que finalizó el partido en Montilivi -Pedraza y Burgui fueron protagonistas en la remontada, mientras que Torres aportó equilibrio al equipo- que a la que el técnico gijonés dispuso de inicio. Con tres entrenamientos a las espaldas y la recuperación de futbolistas que entonces no pudieron jugar o lo hicieron muy mermados, las variantes parecen casi una obligación.
Tanto como la mejoría que se necesita en Mendizorroza después de un derbi ante el Eibar en el que el equipo superó ampliamente las más altas cotas del patetismo. Entonces parecía que el Alavés se jugaba también su última carta, aunque es muy pronto para estar hablando constantemente de finales. Ese mismo aroma desprende el encuentro de esta noche -el frío puede ser un factor trascendental, más aún ante un oponente canario- contra un Las Palmas que llega a Vitoria en un estado de necesidad semejante al del equipo local y, encima, con un enorme lío en un banquillo en el que, tras su última victoria ante el Betis, volverá a repetir presencia Paquito Ortiz a la espera de saber si el relevo lo coge Jorge Almirón o esperan los amarillos a Paco Jémez hasta enero. Poco le importa eso a un Glorioso que busca, hoy sí, asomar la cabeza.