El plan defensivo de hace siete días ante la Real Sociedad, además de elevar la confianza y moral del equipo por las prestaciones ofrecidas, duró 78 minutos, que fueron los que el conjunto txuri urdin fue incapaz de meter mano al armazón dispuesto por De Biasi. Ayer, ante el Betis en el Villamarín, el italiano alteró su sistema, lo hizo aún más ultradefensivo y erró. El plan apenas duró trece minutos, los necesarios para que Sanabria batiera de impecable cabezazo a Pacheco aún estando el Alavés en superioridad en ese área pequeña. ¿Cómo fue posible eso? ¿Cómo un único atacante bético fue capaz de llevarse la mano ante siete defensores albiazules? Quizá la respuesta haya que encontrarla en que este equipo acumula hombres atrás sin problema -al menos esa es la idea de su entrenador-, pero a la hora de la verdad no sabe defender. Le ocurrió ante la Real y le volvió a suceder ayer en el primer gol. Un tanto que ya en el origen evidenció los problemas que presenta el plantel cuando sus rivales se adentran en esa teórica jaula que debería ser la zona de 3/4 cuando se acumulan hasta diez jugadores por detrás del balón. Pues bien, a este Alavés se le olvida fijar las marcas en esa zona y por ahí se le acumulan los problemas y las situaciones de superioridad como la que propició el 1-0. Pobre sistema táctico de De Biasi cuando no tenía porqué moverlo y nuevo varapalo que deja al equipo en caída libre.
Es cierto que en la segunda mitad se arrancó bien y que apareció la mejor versión del equipo con unos 25 minutos más que aceptables que incluso dieron para anotar un gol de Munir que el árbitro anuló erróneamente. Pero poco más. Con ventaja en el marcador, el Betis sesteó y decidió dormir el partido con un ritmo que terminó por contagiar al Alavés o, al menos, a alguno de sus jugadores como Dani Torres, ayer nuevamente un bulto sospechoso en comparación con el tremendo desgaste que llevaron a cabo compañeros como Wakaso y Manu García. Aún hoy, viendo sus antecedentes, no se entiende cómo el colombiano es titular. Y para muestra, el botón del segundo gol del Betis, donde una disputa de un balón dividido en el medio campo se saldó con una débil actitud de Torres que acabó en contragolpe y con el consiguiente gol en propia meta de Alex. A perro flaco todos son pulgas.
Y entonces, ya muy tarde, decidió reaccionar De Biasi, que dio entrada a Katai, Burgui y Bojan para enmendar la plana. Pero no fue posible. El equipo ya estaba muerto en el plano anímico y la sensación de impotencia a esas alturas era notable. Si en los últimos dos partidos en casa el Betis había recibido diez goles, ayer logró mantener su portería a cero gracias a un Alavés de cerámica que, como decía un lugareño, “da para lo que da”.