Vitoria - Cinco días plagados de entrenamientos, muchos de ellos en dobles sesiones, es todo el bagaje con el que Gianni De Biasi se sentará esta tarde al frente del banquillo del Deportivo Alavés, lo que supondrá su regreso al fútbol de clubes tras seis años al frente de la selección de Albania, con el ánimo de revertir la desastrosa trayectoria que el conjunto vitoriano ha firmado en un arranque de temporada en el que cuenta sus seis compromisos por derrotas. La esperanza es que el técnico italiano haya sido capaz a lo largo de los últimos días de insuflar nuevos ánimos a un grupo que mejoró ostensiblemente en el corto periplo de interinidad de Javi Cabello, pero que necesita refrendar con una victoria esa sensación de que cada vez sube un escalón más en la senda de su crecimiento. El soniquete de que la temporada es muy larga todavía puede mantenerse durante un tiempo, pero siempre y cuando el objetivo de la permanencia empiece a alimentarse ya de puntos.

El destino ha querido que el estreno como entrenador alavesista le llegue a De Biasi precisamente en el campo del único equipo al que ha dirigido en España. El Levante es el nuevo reto en el camino de un Glorioso que en sus tres primeros desplazamientos ligueros se ha visto con opciones de puntuar, pero que en todos ellos ha acabado cediendo la derrota por un idéntico 1-0 tras haber desperdiciado la ocasión de ponerse por delante. Con una pizca de fortuna a su favor, de Leganés, Vigo o A Coruña el cuadro albiazul podría haber regresado con algún punto en su zurrón, pero ni fue capaz de encontrar la portería rival ni tampoco de candar la propia.

Precisamente, esta segunda premisa es de vital importancia para el nuevo preparador alavesista. En sus primeros días de trabajo al frente del equipo, el italiano ha incidido repetidamente en la necesidad de conceder muchos menos tantos. Una filosofía que casa a la perfección con la que viene siendo la tendencia exitosa de este club en los últimos años. No se ha caracterizado el Alavés por su fútbol exquisito en sus éxitos; sus alegrías siempre han sido asentadas sobre sólidos cimientos defensivos. Una premisa que parecía haberse olvidado cuando se confeccionó el nuevo proyecto durante el verano, pero que vuelve a recuperarse ahora que la necesidad acucia.

Previsibles variantes En esta cuestión defensiva que considera primordial ha centrado sus esfuerzos el técnico transalpino, que aspira a construir un equipo sólido atrás y que sea capaz de aprovechar alguna ocasión para poder puntuar. Al menos, llega a un grupo que ya se quitó el pasado sábado de encima el sambenito de no haber conseguido ni un solo gol y en todos sus desplazamientos ha logrado generar al menos una ocasión clara, aunque después no la haya materializado. La puntería también se presenta como factor clave, aunque en este sentido poco se les puede achacar a los entrenadores. Que Manu García fallase un penalti en Butarque, que Bojan Krkic errase un mano a mano en Balaídos o que Rodrigo Ely cabecease al poste en Riazor son acciones en las que entran en juego muchos otros factores que nada tienen que ver con la persona que se sienta en el banco.

Lo que sí depende del entrenador es la confección de las alineaciones y la disposición táctica sobre el terreno de juego y todo hace indicar que la mano del preparador transalpino se va a notar esta tarde. De Biasi lleva toda la semana realizando bastantes pruebas para conocer de cerca a sus jugadores y ayer ya le tocó tomar las primeras decisiones, dejando en Vitoria a Rubén Sobrino y Burgui y llevándose a Valencia a Aleksandar Katai y Christian Santos.

La defensa de Javi Cabello podría tener continuidad con Guillermo Maripán y Rodrigo Ely en el centro de la zaga y Rubén Duarte en la izquierda, pero Alexis Ruano podría sustituir a Carlos Vigaray en la diestra. En el centro del campo, Manu García y Dani Torres también parecen destinados a seguir en el once. Las dudas están a partir de los pivotes, con muchas opciones para Alfonso Pedraza por la izquierda y la posibilidad de que Ibai Gómez caiga a la derecha. Munir parece indiscutible, pero la duda es quién le acompañará.