Madrid ? Cuando pase el tiempo, se recordará alBarcelona como el campeón de la Copa del Rey de 2017, pero, al mismo tiempo, todo el mundo del fútbol se referirá a la exhibición que protagonizó la afición del Deportivo Alavés, ganadora en las gradas y capaz de trasladar la sensacional fiesta de cada partido en Mendizorroza hasta el estadio Vicente Calderón. El Fondo Norte y su subsiguiente curva se tiñó de azul y blanco para alentar al equipo vitoriano en pos de una victoria también sobre el césped que se quedó en intento fallido. Pero ahí, en medio de las lágrimas de la derrota, la propia afición fue la encargada de levantar a sus jugadores. Llegar ya era un gran triunfo para este equipo tan poco acostumbrado a participar en semejantes fiestas y la masa alavesista disfrutó durante todo un día al que solo le faltó el premio máximo para ser perfecto.Desde mucho tiempo antes del arranque del partido, la victoria en las gradas quedó decantada del lado vitoriano. Y eso que la mayoría de los alavesistas tardaron bastante en acceder al recinto por el monumental atasco que generó la kalejira sobre el puente del Manzanares. Esa imagen de una marabunta descendiendo hacia el Calderón para convertirlo en una fotocopia a gran escala de Mendizorroza será eternamente recordada.También lo será el impresionante tifo de apoyo confeccionado por una Iraultza 1921 que evidenció con dicha pancarta gigante ?recogía la imagen de un boxeador de los tiempos en los que este club se manejaba también en los cuadriláteros al lado un equipo original del por entonces Sport Friends? y todo su repertorio habitual de cánticos que, para quien no lo sabía todavía, pocos grupos de animación hay actualmente a su nivel y ninguno en LaLiga. Una experiencia como la de ayer supone una enorme victoria en lo institucional, ya que el músculo que exhibió el club fue espectacular. El alavesismo demostró que lleva grabada a fuego esa enseña que se aprendió a recitar de memoria en los tiempos de mayor sufrimiento. El Glorioso nunca se rinde, resonaba en las gradas y el equipo redoblaba sus esfuerzos consciente de que no podía fallar a esa infatigable afición que explotó con el gol de Theo que abría de par en par las puertas de la gloria.Llegaron las lágrimas con el final del partido, pero en esta ocasión fueron provocadas por la desilusión, no por el fracaso. A todos los decepcionó perder la ocasión de levantar un título que nunca se sabe cuándo volverá, pero de inmediato se levantaron de sus asientos, orgullosos otra vez. Grandes en la victoria, pero aún más en la derrota. Recordando, como siempre, que El Glorioso nunca se rinde y agasajando a los jugadores por su enorme temporada en la obligada vuelta de honor al campo, agradeciendo que ayer el Calderón pareciese Mendizorroza. l
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