vitoria - “La tunda ha sido de escándalo pero el 27 de mayo hablamos, el 27 hablamos...”, repetía ayer al final del partido un aficionado en los vomitorios de Mendizorroza, vacunado por la media docena de goles encajados pero con la seguridad de que el día de autos, esto es, la final de la Copa del Rey del próximo 27 de mayo, la imagen del equipo será otra. Y el resultado, ya se verá... “Perder entrababa hoy dentro de los previsto porque son muy buenos pero de ahí a llevarte seis... Hemos salido con un montón de suplentes y eso también se nota, pero al equipo no se le puede reprochar nada en cara hasta el momento. Siempre ha competido y peleado en todos los partidos, de modo que solo queda seguir empujando y animando”, añadía su amigo de tribuna con la voz rasgada... y quebrada de tanto animar. Porque el caso de Marcelo, que fue uno de los 19.840 espectadores que ayer poblaron una vez más las gradas de Mendizorrotza, formó parte de un curioso fenómeno pocas veces visto en el fútbol patrio como el de mostrar un ánimo cada vez más efusivo por tus colores cuanto mayor es la paliza que está recibiendo tu equipo. Una especie de masoquismo bien entendido que ayer soprendió a la numerosa representación culé presente en el estadio. Porque a cada uno de los seis tantos del Barça, de forma instantánea y atronadora le seguía una ovación de gala en señal de ánimo al equipo cuando no se entonaba a capela el himno del Glorioso. Ver para creer. Se cernía sobre el ambiente una evidente sensación de inferioridad y las sospechas de que una goleada podía caer, como así ocurrió, pero eso no fue óbice para que la afición albiazul agradeciera el esfuerzo realizado hasta la fecha por los hombres de Pellegrino. Bufandas al viento, ovaciones por doquier, un ambiente impresionante... Un mundo maravillosamente endiablado al revés cuya dinámica se repitió hasta que el colegiado pitó el final del encuentro. Y ahí de nuevo volvió a tronar el estadio para la sorpresa de todos. En los instantes previos al comienzo del partido había sonado el mítico You’ll never walk alone del Liverpool, cuyo estadio, mítico, Anfield, aseguran que es mágico... Quizá Mendi también esté en el camino de ser different. Por si había alguna duda, el templo albiazul protagonizó ayer su enésima demostración de alavesimo. “Glorioso, alé, Glorioso, alé...”.