Vitoria - La particular maldición que el Deportivo Alavés está sufriendo esta temporada en las segundas partes sumó ayer un nuevo capítulo que no hace más que agrandar la preocupación por las alarmantes bajadas de rendimiento que está padeciendo este equipo con el correr del cronómetro. Una vez más, y van unas cuantas, El Glorioso se fue diluyendo cual azucarillo en líquido caliente después de un arranque de partido arrollador. Hasta acabar encajando un nuevo tanto en la segunda parte -y ya van trece- antes de firmar un tramo final en el que ni siquiera se produjo amago de reacción para buscar un mejor resultado, otra cuestión que se viene repitiendo con insistencia.

A Mauricio Pellegrino se le descose el traje que confecciona según avanzan los partidos. Y no parece haber solución a la vista, ya que se trata de una cuestión que se repite constantemente. Trece de los diecisiete goles recibidos han llegado en las segundas partes. Una cifra que enciende por sí sola todas las luces rojas. Pero, estadísticas a un lado, también están las sensaciones. Y este Alavés transmite que es un equipo que tiene mucho fuelle hasta pasada la primera media hora, pero que a partir de ahí va decayendo inexorablemente en el plano físico, lo que provoca también un menor rendimiento aunque a veces no haya venido acompañado de un mal resultado. Por ejemplo, la segunda parte en Pamplona distó muchísimo del elevado nivel de la primera, pero en una acción aislada Theo provocó un penalti que Santos marcó.

Hay aspectos en el fútbol que son circunstanciales. También lo puede ser el gol ayer del Las Palmas, precisamente cuando ni siquiera lo estaba intentando con la insistencia con la que lo buscó en la primera parte. Dejando esa cuestión a un lado, lo que es evidente es que a este Alavés los partidos se le hacen tremendamente largos y que está recibiendo castigos muy serios en las reanudaciones tras, generalmente, firmar buenos inicios.

Transmite El Glorioso la sensación de que tiene que hacer enormes esfuerzos para decantar de su lado la balanza, pero que después se va quedando vacío de fuerzas y le cuesta muchísimo conservar sus ventajas. Sin ir más lejos, en tres de sus cuatro últimos partidos en casa se ha adelantado en el marcador, pero no ha ganado ninguno.