Vitoria - Pocos son los jugadores del Real Madrid que tras formarse en sus categorías inferiores alcanzan la regularidad en el primer equipo y de esa situación los grandes beneficiados son los clubes que se aprovechan de los talentos formados en La Fábrica para potenciar sus plantillas. El ejemplo más claro lo representa un Deportivo Alavés que es el conjunto que cuenta con un mayor número de jugadores que en algún momento de sus carreras han pasado por la cantera madridista. Cinco albiazules vistieron de blanco en su momento. Y alguno aspira a hacerlo en el futuro asentado en el primer equipo. Fernando Pacheco, Kiko Femenía, Marcos Llorente, Rubén Sobrino y Manu Barreiro fueron en su momento parte de la Casa Blanca futbolística y este sábado se reencontrarán con una parte, para algunos muy importante, de su pasado en esto del balompié.

El caso más trillado en lo que va de curso es, precisamente, el del único futbolista que no podrá vestirse de corto el sábado. Y es que Llorente sigue perteneciendo a la disciplina de un Real Madrid que no quiere que se repitan episodios pasados con futbolistas que cedió y se encargaron de aguarle la fiesta, como Eto’o, Munitis o Morientes. Legalmente, la denominada cláusula del miedo -del cagazo, la denominaría el uruguayo Pablo García- dejó de existir en diciembre de 2014. “Ningún club concertará un contrato que permita los clubes y viceversa o a terceros asumir una posición por la cual pueda influir en asuntos laborales y sobre transferencias relacionadas con la independencia, la política o la actuación de los equipos del club”, rezaba en la circular 1.464 de la FIFA, que modificaba el artículo 18 bis del Reglamento sobre el Estatuto y Transferencia de Jugadores. No obstante, esa condición se sigue estipulando y los clubes la asumen con naturalidad porque saben que el que se niegue a aceptar esa condición puede verse privado de futuros préstamos.

El actual jugador alavesista no podrá jugar contra el equipo en el que ingresó con trece años en infantiles y en el que se da por ehcho que tiene un hueco asegurado en un futuro no excesivamente lejano para seguir con la histórica saga familiar. Hijo de Paco Llorente, sobrino de Julio Llorente, nieto de Ramón Grosso y sobrino nieto de Paco Gento, Antonio Gento y Julio Gento. No se puede tener la sangre más blanca que la del joven centrocampista madrileño. De momento, cuenta con tres partidos en el primer equipo (dos de Liga y uno de Copa) tras debutar la pasada campaña a las órdenes de Rafa Benítez.

Si José Mourinho siguiese siendo el entrenador del Real Madrid, quien también tendría un hueco garantizado en ese equipo sería Fernando Pacheco. El guardameta llegó al club procedente del Flecha Negra extremeño en edad cadete, recorriendo de manera exitosa las categorías inferiores hasta debutar en el primer equipo de la mano del portugués, quien le hizo debutar en Copa con 19 años. Ya com miembro de la primera plantilla de pleno derecho, en la campaña 2013-14 le llegaría la segunda oportunidad. El verano siguiente abandonaría Madrid con rumbo a Vitoria, aunque reservándose su club de formación un derecho preferencial de recompra. Quienes conocen bien La Fábrica no dudan a la hora de asegurar que el de Puebla de Obando es el mejor portero que ha dado esa cantera desde Iker Casillas. Esos mismos técnicos no se sorprenden ante sus exhibiciones. Ni tampoco en su rápida adaptación a la máxima categoría. Ni tampoco entienden que esté en el Alavés y no luchando por defender la portería blanca. De momento, él es feliz en Vitoria en un Glorioso que le aprecia y pretende ampliarle su actual contrato. Con Pacheco, en el equipo juvenil madridista coincidió Rubén Sobrino, que llegó a Valdebebas procedente de su Daimiel natal después de que el Albacete lo hubiese descartado para su cantera. Recorrió los pasos siguientes con estancias en el tercer equipo y el filial, pero tras no encontrar hueco en el primer equipo puso rumbo a Ponferrada, donde le esperaba un Manolo Díaz que ya lo había dirigido en las inferiores madridistas. Posteriormente llegaría su fichaje por el Manchester City -abonó más de 500.000 euros-, donde la figura de Manuel Pellegrini, que también le conocía de su etapa al frente del banquillo blanco, fue determinante para su contratación.

a medio camino Llorente, Pacheco y Sobrino fueron futbolistas que llegaron jóvenes al Real Madrid y que subieron peldaño a peldaño por toda la estructura de las categorías inferiores. Y, en el caso de los dos primeros, hasta debutar con el primer equipo. No fue así para un Manu Barreiro que desembarcó en la capital estatal procedente de Santiago de Compostela en su último año como cadete. Estaría tres temporadas en la Casa Blanca, pero en su último año juvenil puso rumbo a las categorías inferiores del Valencia al ser descartado por los técnicos madridistas.

Eso sí, para especial el caso de Kiko Femenía. El alicantino era una de las grandes promesas del fútbol estatal tras haber salido de la cantera del Hércules. Tras su debut en Primera División, el Barcelona hizo una fuerta apuesta por el joven de Sanet y Negrals, pero tras dos años en los que solo jugó en el filial le dio la carta de libertad. Acto seguido, Femenía desembarcó en el Real Madrid, pero en su filial le fue peor todavía que en su anterior experiencia en Can Barça. Solo cinco partidos, y no completos, en la campaña 2013-14, antes de que el club blanco le rescindiese el contrato el 1 de septiembre de 2014 con el mercado veraniego ya cerrado, lo que le obligó a quedarse sin equipo hasta el siguiente zoco invernal, cuando se reenganchó al Alcorcón de José Bordalás para reencontrarse con el fútbol después de tres temporadas nefastas en las canteras de los dos grandes del fútbol estatal.